Según el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), al 1 de diciembre de 2023, 320 periodistas se encontraban tras las rejas, marcando una disminución del 13% en comparación con el año anterior. Este número representa el segundo registro más alto desde que el CPJ comenzó a recopilar datos en 1992.
La libertad de expresión, piedra angular de las democracias, enfrenta desafíos crecientes en todo el mundo, especialmente para los periodistas. A medida que la tecnología avanza y los regímenes autoritarios se adaptan, a menudo se encuentran en el punto de mira de restricciones cada vez más sofisticadas.
Las amenazas a la libertad de prensa van desde la censura directa y la represión estatal hasta formas más sutiles de intimidación y control. Los periodistas se enfrentan a presiones financieras, acosos legales y ataques físicos, todo diseñado para silenciar sus voces críticas y restringir el flujo de información.
Y es que, la falta de protección legal adecuada y la impunidad generalizada para aquellos que atacan a periodistas solo agravan la situación.
Gráfica del día: Más de 300 periodistas presos en 2023
Precisamente, China lidera el triste ranking, con 44 profesionistas encarcelados, aunque la opacidad del régimen dificulta una evaluación precisa. Junto a China, Myanmar (43 periodistas presos) y Bielorrusia (28) concentran más de un tercio de los periodistas privados de libertad (35,8%).
El CPJ señala que muchos profesionistas enfrentan restricciones incluso después de cumplir sus condenas, lo que no solo afecta sus medios de vida, sino que también permite que Gobiernos represivos continúen silenciando sus voces.
Es así que este informe resalta la continua lucha por la libertad de prensa y el importante papel que desempeñan las organizaciones internacionales en la defensa de los derechos de los periodistas en todo el mundo.
En un mundo donde la información es poder, es crucial defender el derecho de los periodistas a informar libremente y sin temor a represalias. La protección de la libertad de prensa no solo es un imperativo moral, sino también un requisito fundamental para el funcionamiento saludable de la sociedad.