Con la asunción de Donald Trump como presidente, el panorama internacional se ajusta a un nuevo ciclo político que divide opiniones. Sin embargo, la constante observada es la capacidad de los países de adaptarse a sus políticas, que varían según el contexto económico, geopolítico y cultural de cada región.
Mientras que algunos países ven el liderazgo de Trump con escepticismo o preocupación, otros celebran su reelección como una victoria estratégica. Según una reciente encuesta del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, se evidencia una disparidad significativa en las percepciones de los ciudadanos de diferentes regiones, con una notable división entre Europa y otras naciones.
Por ejemplo, en países como India, más del 80% de los encuestados consideran que la reelección de Trump beneficia su país, lo que refleja un respaldo firme hacia sus políticas exteriores y económicas. Este respaldo también se extiende a varios miembros de los BRICS, donde la imagen de Trump parece asociarse con una visión más favorable.
En contraste, las naciones de Europa y Asia oriental, como Corea del Sur, Alemania y España, tienen una visión mayoritariamente negativa de su regreso.
Este contraste refleja una serie de tensiones geopolíticas y económicas que, aunque no siempre visibles en el discurso público, están marcando el rumbo de las relaciones internacionales. Así, mientras Trump representa la continuidad para algunos, otros ven su llegada como una señal de incertidumbre, mientras el mundo sigue redefiniendo sus alianzas y expectativas ante un nuevo orden global.
En este contexto, el futuro de la política internacional dependerá de la habilidad de los países para adaptarse a un entorno en constante cambio y a la redefinición de las relaciones de poder, teniendo en cuenta que nos encontramos en un entorno digital que en la actualidad nos mantiene al tanto de todo lo que sucede en el mundo.