Con el aumento de la población, la urbanización y el cambio climático, la escasez de agua se intensifica, afectando tanto a varios países.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más de 2 mil millones de personas viven en países con estrés hídrico, y se estima que esta cifra aumentará en las próximas décadas. Esta situación tiene graves repercusiones en la seguridad alimentaria, la salud pública, el medio ambiente y la estabilidad económica.
En muchas regiones, la agricultura es el principal consumidor de agua, lo que pone de manifiesto la necesidad de prácticas agrícolas más sostenibles y eficientes en el uso del agua. Además, se requiere una gestión integrada de los recursos hídricos que promueva la conservación, la reutilización y la inversión en infraestructuras hídricas adecuadas.
El estrés hídrico también tiene implicaciones a nivel geopolítico, pudiendo provocar conflictos por el acceso y control de los recursos hídricos compartidos entre diferentes países y regiones.
De acuerdo con datos recientes de la OCDE, el consumo per cápita de agua en México alcanzó aproximadamente los 697 mil litros en 2021. A pesar de cierta estabilidad en esta cifra durante las últimas dos décadas, México sigue estando entre los mayores consumidores a nivel global.
Mientras tanto, según la Global Water Partnership (GWP), casi un tercio de los recursos hídricos del planeta se encuentran en Sudamérica. Países como Grecia, Colombia y Perú poseen una cantidad significativa de agua, siendo Colombia el que lidera en este aspecto. Sin embargo, estos países también muestran índices de consumo notablemente altos, con aproximadamente dos y 1.7 millones de litros por persona, respectivamente, casi el doble que en México.
Gráfica del día: El estrés hídrico para 2050
México se encuentra con una tasa alta de los países que más estarán afectados para el 2050 por la falta de agua.
Según los parámetros establecidos por la ONU, cuando una región depende en un 25% o más de sus reservas renovables de agua dulce, se considera que está bajo “estrés hídrico”. Precisamente, en el 2020, el índice global de estrés hídrico alcanzaba el 18,2%, conforme a los registros de este organismo internacional. Sin embargo, para el 2022, aproximadamente 2.400 millones de personas residían en áreas expuestas, en algunos casos, a un nivel extremadamente alto de estrés hídrico.
Estimar esta cifra para el 2050 resulta una tarea compleja debido a la multiplicidad de factores que influyen, tales como el crecimiento demográfico y la evolución económica y política de los países emergentes y en transición. Por tanto, los expertos se basan en escenarios más que en pronósticos exactos. No obstante, es unánime la percepción de que la demanda de agua seguirá en aumento y que muchos países ya están utilizando más agua de la que pueden disponer.
De acuerdo con las previsiones realizadas por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), se estima que para el 2050, 51 de los 164 países y regiones analizados experimentarán niveles de estrés hídrico de alto a extremadamente alto, afectando al 31% de la población mundial. Estas proyecciones, basadas en un escenario “sin cambios” delineado por el WRI, prevén un incremento de la temperatura global entre 2,8 y 4,6 grados Celsius para el 2100, junto con un panorama de desigualdad persistente, crecimiento económico lento, debilidad institucional y gubernamental, insuficiente inversión en tecnología y medio ambiente, y un elevado crecimiento demográfico, particularmente en naciones en desarrollo.
Países del sur de Europa, como Portugal, España e Italia, ya están experimentando niveles significativos de estrés hídrico, con la perspectiva de que la situación empeore considerablemente en España hacia el 2050.