La lucha contra la corrupción sigue siendo un desafío complejo que enfrentan diversas naciones y la UE no está exenta de este desafío.
A pesar de los esfuerzos por erradicarla, la corrupción se manifiesta en diversas formas y niveles, desde sobornos y malversación de fondos hasta favoritismos en la contratación pública.
Uno de los principales desafíos en la lucha contra la corrupción es la falta de transparencia y rendición de cuentas. En muchos casos, los sistemas legales y políticos están diseñados de manera que protegen a los corruptos o dificultan la persecución de delitos financieros. La falta de mecanismos de control adecuados y la debilidad en las instituciones encargadas de hacer cumplir la ley contribuyen a la perpetuación de prácticas corruptas.
De acuerdo con una encuesta se dio a conocer que el 70 por ciento de los participantes creen que el problema está muy extendido en sus países. Aunque este problema no afecta a todos los estados miembros de la misma manera, reflejando una amplia variedad de percepciones.
De hecho la percepción se muestra especialmente alta en Grecia y Hungría, donde el 97% y el 96% de los ciudadanos, respectivamente, ven la corrupción como un problema extendido. Por otro lado, en Finlandia, la visión es mucho más optimista, en donde tan solo el 20% de los finlandeses consideran que la corrupción es prevalente en su país.
Bajo ese contexto, hay que tener en cuenta que el Índice de Percepción de la Corrupción 2023, publicado por Transparencia Internacional, ofrece una perspectiva global sobre la corrupción en el sector público, evaluando a 180 países y territorios.
Es un hecho que la corrupción tiene un impacto devastador en el desarrollo económico y social, ya que desvía recursos que podrían destinarse a servicios públicos esenciales, como salud y educación, además perpetúa la desigualdad y la pobreza. La falta de confianza en las instituciones también desalienta la inversión y el crecimiento económico, afectando la estabilidad y el progreso de las naciones.