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Camila Gonzalez

Gracias a los “censuradores” de papá Facebook

Papá Facebook tiene contratado un pelotón de ´censuradores´ que, de la mano con una serie de algoritmos, dedican sus tiempo laboral a juzgar qué puede o no quedarse en la gran ventana que nos tiene adictos y embobados a millones.

Ahora le tocó al teatro Tantarantana de Barcelona, un renombrado foro alternativo e importante para la escena española, que Papá Facebook decidiera castigarlo. Cerró su página en la plataforma porque no le gustó la foto con la que publicitaba su nueva versión de ¿Quién le teme a Virginia Wolf? ¡Qué horror! Mostraba la mano de una mujer sobre una nalga masculina de espaldas. En pocas palabras, Papá Facebook sabe que no es bueno para ninguno de nosotros estar viendo nalgas, o culos a lo español, y nos evita que se contamine nuestra consciencia.

El cuento es los ‘censuradores’ que trabajan para Papá Facebook no eliminaron la ´escandalosa foto porno´, sino más bien prefirieron un castigo de fondo, de esos que no se olvidan nunca. Les cerraron la página, su principal fuente de difusiĂłn y publicidad. Primera vez para una página de una entidad adscrita al gobierno español. Y pues claro, ya están las cabezas escribiendo a Papá Facebook para buscar una manera de enmendar la situaciĂłn que, la verdad, mucho los perjudica.

Es patético. No me cabe en la cabeza a qué hora 2 mil millones de personas quedamos en manos de Papá Facebook. Nuestra economía, cotidianidad, relaciones comerciales y humanas, amores y desamores, todo está en sus manos. En manos de unos geeks multimillonarios que deciden que es bueno y que no para la moral de la humanidad. De verdad, todo esto más parece una película de ficción y saldríamos del cine riéndonos de lo absurdo.

Pero las cosas son como son. Papá Facebook tiene contratado un pelotón de ´censuradores´ que, de la mano con una serie de algoritmos, dedican sus tiempo laboral a juzgar qué puede o no quedarse en la gran ventana que nos tiene adictos y embobados a millones. ¡Miles de millones, perdón!!!! Existen manuales para instruir sobre esta censura, por ejemplo dicen que no se pueden publicar imágenes de “relaciones sexuales explícitas, definidas como bocas o genitales…”.

Sí, manuales, guías y filtros para detectar contenidos o material obsceno, inadecuado… y eliminarlo o de plano eliminar todo el perfil de quien se haya atrevido a contaminar la mente de sus congéneres. Lo mismo sucede con el contenido escrito. En esos casos, por ejemplo, la norma se basa en categorías protegidas y categorías no protegidas.

Hace un tiempo se supo que entre las protegidas, es decir, acerca de las cuales Papá Facebook pide tomar acción son: género, afiliación religiosa, origen nacional, identidad de género, raza, etnia, orientación sexual, discapacidad o enfermedad grave. Nada de discriminar en esos casos, ¡señores! Claro que si se trata de hablar de clase social, origen continental, apariencia, edad, ocupación, ideología política, religiones o países, parece que sí se podría…

Delicada la línea para establecer entonces qué es discriminación, odio y violencia y qué no. Contra quién y contra quién no, por qué sí y por qué no. Escenario complejo al extremo. Pueden acabar siendo decisiones arbitrarias e injustas las de Papá Facebook por cuenta de sus ´inquisidores´, quise decir ´censuradores´.

Lo que sí es cierto es que por cuenta de dichos manuales e instructivos, el gran decisor de la moral hoy (sí, PF) ha eliminado de nuestras pantallas imágenes tan malignas como el busto de La Sirenita en Dinamarca, la foto de un parto en casa que una mujer quiso compartir con su grupo privado en Nueva York (tengan en cuenta que salía un cordón umbilical), la fotografía de la obra Ice Cream del Museo de Arte de Filadelfia o la del torso desnudo de una pareja que osó publicar en su cuenta el Ministerio de Cultura de Brasil.

Otro ejemplo fue cuando en marzo pasado, por lo cual PF tuvo que pedir disculpas, censurĂł para nuestro bien una foto de La Venus de Willendorf, una escultura paleolĂ­tica que representa a una mujer desnuda, una pieza del Museo de Historia Natural de Viena.

No sé si estemos a un paso de agradecerle a Papá Facebook por quitar de nuestros ojos imágenes vulgares, dañadas y excesivamente atrevidas sobre la desnudez y la sexualidad humana… También nos cuida y protege de palabras soeces, de mensajes de odio, agresivos y discriminatorios contra algunos. No todos, pero al menos algunos. Es una ventaja…

Él, ellos, alguien hoy vela por nosotros para que no podamos ver no que no debemos ver, gente desnuda por ejemplo.

Papá Facebook sólo puede cuidarnos en su plataforma porque no tiene poder para protegernos en la vida en general.

Y no es una película, es la realidaddd. Patético, patético, patético al punto de risible.

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