Por León Felipe Sánchez Ambía
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El 18 de marzo pasado, un ingeniero de Apple, Gray Powell, se volvió desafortunadamente famoso. Su fama llegó por perder, durante su festejo de cumpleaños, en un bar de Redwood City, California, el prototipo del nuevo iPhone. Días más tarde, la red de blogs de Gawker Media, a través de su sitio Gizmodo, hacía una reseña y publicaba una galería bastante completa de lo que se piensa es el siguiente modelo del teléfono de la compañía de 1 Infinite Loop. Las advertencias legales no se hicieron esperar. ¿Espionaje industrial? ¿Revelación de secretos? ¿Robo? ¿Que hizo Gizmodo?
En realidad no cometió ninguno de los delitos mencionados. No obstante recibió advertencias categóricas por las que se le avisaba que de no regresar el prototipo extraviado por el joven ingeniero a Apple, las consecuencias legales serían fuertes para la red de blogs.
Por un lado se especulaba si se trataba de espionaje industrial, por otro si se trataba de revelación de secretos industriales. En realidad ninguna de estas dos conductas se llevó a cabo. El espionaje industrial quedaba descartado debido a que, aún y cuando Gizmodo pagó $5,000.00 dólares por obtener el gadget, en realidad no se tenía la certeza de que se tratara de un iPhone genuino y mucho menos de que se tratara de un prototipo proveniente de Apple, además de que la obtención del teléfono se debió a un evento fortuito totalmente fuera del control de la red de blogs.
La revelación de secretos industriales tampoco fue algo que se cometiera. Para poder argumentar que se había revelado un secreto industrial, Gizmodo tuvo que haber firmado con Apple un acuerdo de confidencialidad en donde se le informara que los materiales y prototipos que se pondrían a su disposición tenían el carácter de confidencial y que se debían tratar con el cuidado necesario para evitar su revelación. Al no ser de esta forma y al haber adquirido el gadget de un tercero que a su vez lo encontró abandonado en un establecimiento al que cualquier persona mayor de edad podía acceder, pues no se cumple con la provisión de ley para considerar al iPhone perdido como información confidencial frente a Gizmodo.
En cuanto al robo, tampoco cabría la comisión de dicho delito. Gizmodo no se apoderó del bien sin la autorización del legítimo propietario. Al menos no conscientemente o con base en información suficiente que le permitiera inferir que quien se lo ofrecía en venta no era el legítimo propietario del gadget. Gizmodo lo compró de buena fe e incluso intentó, una vez verificado el origen y autenticidad del teléfono, devolverlo a Apple sin tener éxito.
El problema o la ventaja de la legislación en materia penal es que su aplicación debe ser a la letra estricta de lo que se establece como tipo penal, es decir, si conforme a lo que establece la ley, nos hace falta uno de los elementos que marque el código penal para considerar como delito una conducta determinada, no hay delito que perseguir.
En todo caso, quienes pueden ser responsabilizados por la filtración del prototipo son, en primer lugar, el ingeniero que lo perdió en la fiesta y en segundo lugar, la persona que lo recogió y lo vendió a Gizmodo.
Al parecer la historia no ha terminado aún y es probable que escuchemos más acerca de las posibles acciones legales que Apple pretenda ejercer contra Gizmodo. Dudo que vayan a tener éxito pero hay que estar atentos al desarrollo del caso.
Son las Leyes de Mercado
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