Una vez que hemos probado la comodidad de trabajar desde casa sentado en un sillón o en un área del hogar sin presiones o el ruido de las oficinas, difícilmente dejaremos esta comodidad, más allá del tiempo que nos llevaba llegar a la oficina o lugar del trabajo, tiempo que prácticamente resulta improductivo.
Recuerdo que en mi equipo de comunicación había una chica le llevaba desde su casa a la oficina 3 horas de trayecto tanto de ida como de regreso, si consideramos esto por 5 días a la semana, estamos hablando de 30 horas improductivas, ¡más los riesgos de la inseguridad en un transporte público que esto conlleva, una verdadera locura! Pero en ese entonces hace aproximadamente 5 años el concepto de “home office” era casi prohibido en la empresa, salvo muy especiales excepciones.
De acuerdo con algunas cifras reportadas por la firma McKinsey, el 59 por ciento de jóvenes entre los 18 y 39 años, dejarían sus empleos sino les ofrecen flexibilidad para trabajar desde casa. Si analizamos que tan relevante es ir a trabajar a la oficina, solo diríamos que lo presencial le da una característica especial, pero se puede ser tan o más eficiente trabajando de forma remota, siempre y cuando se cumpla con el trabajo en tiempo y forma. Cuatro de cada cinco empleados expresaron de tener un mayor control de sus responsabilidades y era la principal razón por la cual mantiene su actual trabajo.
No obstante, hay empleados que dicen extrañar el trabajo presencial, ya que no hay mejor forma de integrarse y sentirse parte de un equipo sino están físicamente interactuando con los demás en su área de trabajo.
Las compañías están replanteando toda esta nueva forma de trabajar, sin duda es un gran reto ya que, muchas dejaron de ocupar grandes espacios para sus empleados, se redujeron al máximo, la pregunta es, ¿la productividad será mejor que antes? Eso lo sabremos en los meses y años por venir, lo que es cierto es que, si la empresa no ofrece flexibilidad, estará perdiendo un gran talento para sus operaciones.
El trabajo híbrido tiene el potencial de ofrecer una calidad de vida más balanceada y una mejor adecuación a las necesidades del empleado, esto tiene un impacto muy importante en lo que a diversidad, equidad e inclusión se refieren, así como al desempeño.
Todo ello nos lleva a una de las grandes ocupaciones actuales de la responsabilidad social y sustentabilidad, que es lo relacionado al tema de gobernanza derivado de las siglas en inglés ESG (Environmental, Social and Governance).
Encontrar el punto óptimo entre el trabajo híbrido y una fuerte inclusión en una organización, puede hacer que la compañía sea un lugar muy atractivo para trabajar, pero ello requiere liderazgo a todos los niveles, de escuchar de coachear, y pensar que la flexibilidad no es el fin mismo, sino un proceso de evolución en las expectativas, haciendo ajustes de ser necesario, en cada uno de los empleados.
De acuerdo con algunas estadísticas publicadas por la consultora McKinsey, algunos grupos subrepresentados demostraron una mayor preferencia por el trabajo híbrido que sus pares. Empleados con alguna discapacidad en un 11 por ciento, más del 70 por ciento de hombres y mujeres tienen una mayor preferencia por el trabajo híbrido. Empleados LGBTQ en un 13 por ciento más que sus pares heterosexuales.
Esta nueva realidad requiere que las cabezas de la compañía realicen constantemente evaluaciones y encuestas en el sentir y pensar de los empleados, para conocer a profundidad sus expectativas y necesidades a fin de ofrecer un lugar de trabajo ideal.
Una cultura inclusiva es una competencia que va en aumento para atraer y retener alto talento. En un 47 por ciento se incrementó la probabilidad de permanencia de empleados en una empresa que es incluyente, 90 por ciento aumentó la probabilidad de que un empleado apoyare a un colega para trabajar en una empresa inclusiva, 7 veces ha crecido la probabilidad de que sus empresas están siendo incluyentes.