Por Paco Santamaría y Anaí Aguilar
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Paco X. El viernes pasado salí a comer con el grupo de amigos de LG (así me pidió que la nombrara en esta columna) y me llamó mucho la atención un juego local de palabras que se traían… se reían y se preguntaban entre ellos “…¿eres casado o casadísimo?” las primeras veces no entendí, pero luego ya me quedó claro. Ahora te pregunto a ti, ¿Cuál crees que sea la diferencia entre estar casado o casadísimo?
Anaí Y. Clueless… no tengo ni la menor idea de lo que me hablas, jaja. Me siento como de esas veces que recibías tu examen de cálculo y no sabías si estaba de cabeza o por donde empezar. Cuéntame.
Paco X. Jajaja, no es una pregunta capciosa, es muy simple. Si eres casado, estás más o menos feliz en tu matrimonio pero abierto a asuntos diversos, o sea a pintar el cuerno de vez en cuando para tener alguna aventurilla por ahí; y si estás casadísimo, no pones el cuerno en tu matrimonio, eres fiel. Bueno, así lo ven el grupo de amigos con los que salí ese viernes. Se reúnen algunos viernes para pintar el cuerno, Mucho ojo, del grupo en el que estaba el 50 por ciento eran hombres y el otro mujeres, y todos ellos lo tienen claro, ¿cómo ves?
Anaí Y. ¡Wow! ¿Y el 100 por ciento de los que estaban ahí eran casados? Me gustaría entender un poquito más el background y los factores que influyen. ¿Es generacional?
Paco X. Súper archi re que te contra generacional. Con esto compruebo mi teoría de que muchos de los de la generación X nos casamos por programaciones culturales y sociales, presión social, soledad, escalar socialmente, etcétera. Somos súper influenciables por los medios, las marcas y la moda. Y con esto, al estar casados, así como así, por eso nos aburrimos pronto y salimos a seguir en la búsqueda, o sea el Next. Pensamos que lo que tenemos en casa puede ser superado por lo que está afuera y por eso pagamos y gastamos como clientes para generar esas nuevas aventuras y adrenalina, estemos casados, casadísimos o solterísimos. Pagamos por eso y consumimos por eso. Al salir del D.O. todavía algunos de los que estábamos nos fuimos al depa que ofreció alguien muy cerca para seguirla. Compraron dos botellas de champú (champagne) y la siguieron. Yo no sé que pasó ya más avanzada la noche porque me fui temprano de ahí, ¿Cómo lo ves tú que tienes 20 años y estás orgullosa de ser Y?
Anaí Y. No sé si podría hablar de una generalidad, pero en mi punto de vista somos mucho más analíticos y no nos gusta perder nuestro tiempo, así que sabemos con quien juntarnos y por qué. Si estamos con alguien estamos seguros. Somos centrados, pero eso no quiere decir aburridos ni que no nos guste la fiesta. Eso tampoco quiere decir que mi generación no pinta el cuerno ni busca sus affairs, pero no es tan atractivo como ustedes. Estamos seguros de quienes somos y a quién queremos. ¿No lo sientes así?
Paco X. Sí es diferente porque tu generación es más autónoma y más auténtica. Hacen más lo que quieren, a mi generación nos vendieron la moto los medios y la compramos. Nos manipularon. Así de fácil, es por esto que vemos estos fenómenos de los casados o casadísimos. ¿Triste pero real no?
Anaí Y. Lo más interesante aquí es que son fenómenos que en los estudios grandes de mercadotecnia no se perciben. ¿Cómo se da cuenta la gente de este espacio de oportunidad?
Paco X. Más que una oportunidad, los casados y casadísimos son una tribu urbana que está renaciendo por causas generacionales de esta ciudad. ¿Qué crees que puedes venderles?
Anaí Y. Todo lo que entra en la categoría de lujoso: coches, viajes, accesorios, ropa, comida, lugares. Esto de lujo les atraen muchísimo ¿no?
Paco X. Hoteles de paso con ondita, renta de departamentos por fin de semana, tours que parezcan de trabajo y que no lo sean, secretarias ficticias que llamen a deshoras y bebidas alcohólicas a domicilio.
Anaí Y. Identificación fake y todo a domicilio. Pero ¿no crees que eso les resolvería las cosas y dejaría de ser interesante? ¿Buscarían otra cosa que les de ese sentido de adrenalina?
Paco X. ¿Qué crees que les provoca adrenalina? y ¿Por qué lo hacen?
Anaí Y. Tú mismo lo haz dicho, les da curiosidad porque piensan que lo que no tienen en su casa lo pueden encontrar ahí. Y una vez que lo prueban y lo hacen, se convierte en un deseo. Es como el cigarro, “no lo pruebes, no lo pruebes, no lo pruebes” y llegas a estar del otro lado y no puedes vivir sin él. Tú, ¿por qué crees que lo hacen?
Paco X. Es el vacío y la soledad. Y también hacer cosas como casarse por presión social y por ser lo que sigue. Muy generacional ¿no?
Anaí Y. ¡Claro! Parece que para ser feliz tienes que estar casado. Y por ende la tasa de divorcios. Tú ¿por qué no estás casado? ¿Enfrentaste esta crisis y por eso no lo hiciste para ir en contra de todo lo que te han dicho o porque realmente no encontraste a esa persona?
Paco X. Yo no me caso porque soy un forever. Lo intenté, estuve casado ocho meses y me aburrí porque me casé por soledad y no me vuelvo a casar porque mi generación está en la eterna búsqueda, somos como niños perdidos buscando a Peter Pan ¿o no?
Anaí Y. Qué triste por un lado. Pero por eso la mercadotecnia y el consumismo han agarrado tanta fuerza. Uno para llenar vacíos el otro para decirte de que estás vacío.
Paco X. Ya rugiste. Así es, pero después de todo la mercadotecnia no es tan mala. Es sólo parte de nuestra naturaleza como humanos.
Vean el podcast en video del testimonial de unos casados y casadísimos por favor, está interesante.