Por Daniel López Casarín
Correo: [email protected]
Twitter: @daloca20
Durante los últimos 3 años, el mundo del fútbol se ha maravillado bajo la magia y belleza futbolística que el FC Barcelona ha jugado, sin dar opciones al resto de los equipos europeos y dominando sin piedad la liga.
Considerados como el mejor club del mundo, con un técnico joven pero de excelencia pura, con una cantera de oro, liderados por el argentino Lionel Messi, actual dueño del título a mejor jugador del mundo sin objeción alguna. El cuadro catalán ha ganando todos los trofeos que se le han presentado, aunado a esto, sus jugadores son la base de la selección Española, Campeona de Europa y del Mundo.
Sin embargo, la grandeza del cuadro azulgrana no se limita a los resultados deportivos; conocedores de la explosión mediática y de su inadvertida popularidad en estos últimos años, la cúpula directiva del Barça necesitaba dar un golpe de autoridad en el área del marketing deportivo, único terreno que le faltaba conquistar para maximizar este amor descomunal en todo el mundo hacia el Barcelona.
La estrategia fue inesperada y a la postre admirada. En 107 años de historia la playera del Barcelona nunca había portado alguna marca patrocinadora. Cuando se comenzó a tantear el mercado, las pretensiones económicas del club fueron consideradas “altas” por las empresas interesadas en patrocinar al equipo español.
Por lo que el rumbo de acción cambió. En lugar de bajar las aspiraciones económicas, la directiva culé sorprendió no sólo al ámbito futbolístico y deportivo, sino a todo el mundo. La playera azulgrana llevaría el nombre y logotipo de una de las ONG –Organización No Gubernamental– de mayor reconocimiento y respeto en el mundo, la Unicef –Fondo de Naciones Unidas para la Infancia– y sería de forma gratuita. La alianza comercial era benéfica para la Unicef, pues el equipo catalán dona 1.5 millones de euros al año a la organización para apoyar la lucha contra el VIH en los niños.
Con esta estrategia altruista, el Barcelona no solo revalorizaba inmediatamente su nombre, sino que se aseguraba del reconocimiento mundial por su accionar tan “loable y desinteresado” asegurando el valor comercial de la playera, en caso de que en un futuro existiera el interés por alguna otra marca de estar presente.
El marketing social pagó con creces, pues los resultados y la aceptación de la sociedad fue algo inaudito para los directivos del Barcelona, quienes lograron una de las camisetas que actualmente se encuentra entre las más cotizadas del mercado.
Tres años después y con una deuda superior a los 400 millones de euros, la nueva directiva culé sabía que necesitaba de una inyección económica y era momento de buscar una alianza comercial que le diera liquidez al equipo.
En la búsqueda, apareció una nueva fundación sin fines de lucro que mantiene la visión que los culés valoran, Qatar Foundation, una organización implicada en la promoción de la educación y el deporte de Qatar, presidida por la jequesa de Qatar.
El acuerdo total se estableció en un valor de 190 millones de euros, el mayor en la historia del fútbol, por un lapso de 5 años. El Barça recibirá 32 millones de euros anuales, más un premio de 18 millones de euros en 2010/2011 por los derechos comerciales. Más otros 7 millones de euros por los resultados deportivos.
Sin embargo, el FC Barcelona ya ha encontrado detractores a este acuerdo publicitario, debido al régimen absolutista de Qatar. Por lo que la campaña de acción social y de sports marketing tendrá que lograr un balance entre ambos patrocinadores, además de no olvidar, sino todo lo contrario, fortalecer la política “más que un club” que el Barça pregona en todo el mundo.