Si bien Netflix logró una rápida conexión con las audiencias mexicanas por las cualidades que el streaming ofrece y su variedad de programación, en realidad no fue sino hasta el lanzamiento de la emisión Luis Miguel que existió una verdadera sinergia entre el público de México y esta marca estadounidense y es probable que la razón apunte hacia el género utilizado para esta emisión: el melodrama.

Y es que el mexicano es un público que desde el surgimiento de la televisión -y aún antes, con la cinematografía- ha optado por contenidos que se caracterizan por un matiz dramático ligero de sencilla resolución argumentativa, como el melodrama.

Por medio de efectos sonoros y música, el melodrama es capaz de inducir las emociones del espectador en historias sencillas que muestran personajes no tan complejos como los de películas o series elaboradas con guiones de mayor calidad. Las telenovelas son ejemplo de ello.

En el caso de la serie Luis Miguel, hay indicios de que la producción que relata la vida del famoso cantante mexicano se acerca más a un formato de telenovela o melodrama que al de una serie a la usanza de las más sofisticadas que se elaboran en países como Estados Unidos, Gran Bretaña y hasta España.

Basta analizar el perfil de los personajes presentados para darnos cuenta de que carecen de una complejidad psicológica mayor.Tenemos el ejemplo de Luis Rey, interpretado por el actor Oscar Jaenada, quien se convirtió en el villano favorito de la televisión y logró que todo México estuviera al tanto de las acciones de un hombre sin escrúpulos, con una gran maldad y pocos o nulos matices de humanidad.

Por su parte, Luis Miguel, interpretado por el actor Diego Boneta, no logra expresar tampoco las emociones propias de todo ser humano y sólo muestra sus lados amoroso y pasional. Al personaje se le coloca como víctima de las circunstancias y pocas veces parece ser dueño de sus acciones… como ocurre con el elenco de las telenovelas. Si bien los valores de producción tienen más nivel que en las emisiones del estilo de Televisa y TvAzteca, lo cierto es que este programa se quedaría lejos de considerarse una serie.

Pero no fue sino hasta que se publicó esta emisión -que como lo marca la regla del melodrama y la telenovela, basó parte de su historia en la música original del cantante que fue retomada para esta producción-  que México incluyó en su conversación cotidiana una producción presentada por Netflix. Sin duda, la idea de presentar esta producción por entregas semanales -como se acostumbraba antaño con las audiencias televisivas- también abonó al éxito de esta producción.

¿Será que Netflix alcanzó un éxito notable en México hasta que se “telenovelizó”? La respuesta tal vez pueda hallarse también en la contratación de la actriz Itati Cantoral, quien caracterizada como Soraya Montenegro -personaje icónico de las teleseries mexicanas- anunció una temporada de Orange is the new black.

O en la integración de la actriz Verónica Castro -estrella histórica de las telenovelas mexicanas que dieron la vuelta al mundo- dentro del elenco protagónico de la serie La Casa de las Flores.

https://www.youtube.com/watch?v=I-z8-ZEiVw0

Quizás esta “tropicalización” de las producciones de Netflix pueda ayudar a que esta plataforma se integre de manera directa en el gusto del público mexicano, porque los esfuerzos de esta empresa no fueron tan fructíferos en los primeros meses del año, toda vez que, si bien incorporó a unos 5.2 millones de clientes a nivel global entre los meses de abril y junio, la plataforma esperaba acumular un millón más.