“Después de mucho pensar y deliberar, hemos decidido no seguir adelante con nuestros planes de construir una sede para Amazon en Long Island City, Queens”. Ese es el contenido medular de lo que dice el comunicado firmado por Jodi Seth, portavoz de Amazon.
En la declaración, Amazon señala que “varios políticos federales y locales dejaron en claro que se oponen a nuestra presencia y que no trabajarán con nosotros para construir el tipo de relaciones que se requieren para continuar con el proyecto que imaginamos”.
Amazon había seleccionado en noviembre pasado a Nueva York (más precisamente Long Island) y Northern Virginia (en Crystal City) para dividir lo que será su primera sede fuera de Seattle (apodada HQ2), luego de una búsqueda de poco más de año.
En el concurso impulsado por Jeff Bezos, que comenzó en 2017, habían participado 238 urbes, la mayoría eran de los Estados Unidos, pero había un grupo de Canadá, tres de México (Chihuahua, Hidalgo y Querétaro) y una de Puerto Rico.
Entre Nueva York y Northern Virginia se esperaba emplear a unos 50.000 trabajadores una vez que estuvieran terminadas y funcionado al 100 por ciento.
Hoy, Amazon tiene dos locaciones, ambas en Seattle, donde emplea a más de 45.000 personas.
Amazon terminó 2017 con 566.000 empleados, un 66% más que en 2016, cuando tenía 341.400.
Una tormenta política
La nueva sede de NY era inicialmente apoyada por los principales políticos de Nueva York, incluido el gobernador Andrew Cuomo. La veían como una gran oportunidad de creación de empleos que podría beneficiar a la región.
Era tiempo de hacer marketing político con el tema y casi todos vieron bien el desembarco.
Es más, ya se hablaba de consolidar a la ciudad de Nueva York como un centro tecnológico que podría rivalizar con Silicon Valley.
Sin embargo, después de que se anunció el acuerdo, las críticas aparecieron por los US$ 1.525 millones en incentivos impositivos que Nueva York ofreció para atraer al gigante tecnológico.
Además, comenzaron a analizar con preocupación el impacto que ocasionaría en materia de encarecimiento del acceso a la vivienda, por la revalorización de las propiedades.
Incluso hubo manifestaciones y gente salió a las calles en Long Island City diciendo que la llegada de Amazon era mala para los contribuyentes y para el vecindario.
En un tuit, el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, criticó este jueves la decisión de Bezos: “Le dimos a Amazon la oportunidad de ser un buen vecino y, a la vez, hacer negocios en la ciudad más grande del mundo. En lugar de trabajar con la comunidad, Amazon desechó esa oportunidad”.
You have to be tough to make it in New York City. We gave Amazon the opportunity to be a good neighbor and do business in the greatest city in the world. Instead of working with the community, Amazon threw away that opportunity.
— Mayor Bill de Blasio (@NYCMayor) 14 de febrero de 2019
Carolyn Maloney, congresista por Nueva York, dijo que estaba “decepcionada” de que Nueva York perdiera 25.000 empleos y “cientos de millones de dólares en nuevas inversiones”. “El acuerdo podría haberse mejorado. Hubo preocupaciones legítimas y aspectos que había que cambiar. Estaba lista para trabajar por esos cambios. Pero ahora, no tendremos la oportunidad de hacerlo”.
Disappointed that NYC wont be home to 25K+ new jobs from HQ2 & that LIC will lose out on infrastructure improvements that would have accompanied this project. This is not the Valentine that NY needed. 1/
— Carolyn B. Maloney (@RepMaloney) 14 de febrero de 2019