A través de un comunicado publicado, Ford Motor Company anunció la cancelación de sus planes para fabricar en México su auto compacto Focus, a lo que se sumó la decisión de importar este modelo desde China a partir de 2019.
Esta decisión puede leerse como un nuevo golpe de la armadora para México en términos de inversión y generación de empleos hecho, como se ha demostrado en ocasiones anteriores, no ha sido bien recibido por el consumidor cuando menos en términos de aceptación y empatía con la marca.
A principios de este año, la automotriz estadounidense anunció la cancelación de una inversión de mil 600 millones de dólares para la construcción de una planta en San Luis Potosí, decisión que le ha costado críticas y que podría convertirse en una posible demanda por el gobierno local por las primeras inversiones que ya habían hecho para la llegada de la fábrica.
En las redes sociales se vieron impulsadas campañas de boicot contra Ford para que se dejen de consumir sus productos y una empresa ha decidido dar marcha atrás al consumo de vehículos estadounidenses.
El tema no para ahí. Algunos socios comerciales nacionales de la firma tomaron posiciones más radicales al respecto.
Grupo Coconal, empresa dedicada a la construcción y a la concesión de proyectos de infraestructura, por ejemplo, anunció no adquirirá ningún vehículo de la empresa Ford tras cancelar plan de inversión en México.
De igual manera, la empresa turística Grupo Experiencias Xcaret suspendió la adquisición de vehículos Ford a través de un comunicado que proponía una postura fija ante en tema: “Los empresarios debemos unirnos para crear movimientos que generen círculos virtuosos de prosperidad y ciudadanía global, siempre atendiendo a la dignidad humana y haciendo énfasis en las coincidencias en lugar de en las diferencias. (…) De acuerdo a lo anterior, hemos decidido suspender, a partir de esta fecha, la adquisición de vehículos de esta marca”.
Para la marca, esto no representó un golpe importante cuando menos en termino de negocios. Las cosas ya marchaban mal incluso antes de la toma de estas posturas.
Según la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), la empresa estadounidense vendió 99,269 autos ligeros en 2016, cifra superior a 2015 que llegó a las 87,523 unidades. La cifra parece bastante buena, un crecimiento 6.2 por ciento es algo respetable; sin embargo, si observamos los números de participación de mercado las cosas no son tan positivas.
Al cierre del 2016 la empresa perdió .3 por ciento de participación y resbaló al sexto sitio de marcas automotrices en México. Su fortuna la comparte FCA México (Fiat Chrysler) que si bien logró moverse al quinto lugar del ranking perdió 1.1 por ciento del mercado.
En aquel momento, la molestia fue producto de una lectura sobre las decisiones relacionada con una aparente apoyo incondicional a las políticas proteccionistas del presidente Donald Trump misma que por definición generan rechazo entre los consumidores.
Ante la nueva decisión en la que Ford abandona completamente su estrategia de reubicar la producción de automóviles pequeños a México que había sido anunciada el año pasado por el entonces presidente y director general de la compañía, Mark Fields, lo que queda sobre la mesa es entender los movimientos que desde la óptica de marca se avecinan ante esta situación.
Como sabemos, China es uno de los países que también ha sido fuertemente cuestionado por las políticas proteccionistas de Trump. Empresas como Apple se han visto invitadas por el actual presidente de Estados Unidos para mover su producción de aquel país a territorio americano.
Mover sus inversiones al país asiático puede ser un movimiento para mejorar su percepción nivel mundial que se vio afectada a principios de este año cuando la marca dejó de ser percibida como aliada local de los países para entenderse como que se había aliado de manera inexorable a Donald Trump.
Las declaraciones por parte del director general de operaciones globales de la compañía, Joe Hinrichs, son contundentes al respecto. “China recibe mucha atención, veremos cómo funciona esto”, apuntó Hinrichs en respuesta a una pregunta sobre posibles críticas a la decisión por parte de la administración del presidente estadounidense, al tiempo que agregó “los iPhones se producen en China, por ejemplo, y la gente realmente no habla de ello”.
Lo interesante de este caso será ver que reacciones internacionales surgen ante la decisión que si bien puede ser un buen movimiento para recobrar la buena imagen a nivel mundial, puede ser un acto que llega tarde en un espectáculo en el que las firmas asiáticas automotrices han sabido aprovechar el declive de los grandes protagonistas norteamericanos.