Mucho hemos comentado en este espacio acerca de la gran capacidad y desempeño de los corredores kenianos, que los han hecho amos y señores del atletismo, absolutos dominadores del maratón.

Mucho se ha estudiado y discutido, acerca de los pilares sobre los que descansa el sorprendente desempeño de los atletas nacidos en aquella nación, que los hacen acreedores a los podiums de prácticamente cualquier competencia. El entrenamiento en grupo que fomenta la competitividad, la altitud a la que suelen prepararse, la anatomía que les permite mejor desempeño y menor consumo de energía, la movilidad social que el atletismo ofrece como un gran incentivo para ser disciplinado y comprometido con el deporte, la dieta natural y libre de alimentos procesados, entre muchos otros.

Sin embargo, las últimas noticias parecieran indicar que ha sido también, el dopaje, uno de los pilares en los que descansa su sorprendente desempeño. Sugerir algo así resulta gravísimo, más siendo una acusación que pondría en duda la solvencia del deporte de una nación, incluidos en él atletas e instituciones encargadas de fomentarlo y controlarlo. 

Kenia se ha convertido en el tercer país con más atletas cumpliendo una sanción por dopaje en esta disciplina alcanzando un total de 55. La utilización de substancias prohibidas en el deporte es preocupante y lo es más, cuando la mancha pesa sobre el país líder de la disciplina. 

A los primeros lugares de diferentes ediciones de los maratones y medios maratones de Rotterdam, Valencia, Sierre-Zinal, Boston, Praga y Lisboa, entre otros, se les han retirado sus triunfos y han sido sancionados. Los atletas en cuestión pertenecen a ambas ramas, varonil y femenil. La lista de atletas suspendidos durante este año asciende ya a 24, cifra sin precedente. 

Los efectos del dopaje son dolorosos y profundos en atletas, entrenadores, equipos de trabajo, instituciones y aficionados, sin dejar de lado los efectos provocados en los rivales a los que, con trampas, en su momento se les venció. 

La situación marca una crisis que mantiene al deporte keniano en el ojo del huracán. Las autoridades de ese país deben dar un golpe espectacular como los que ha dado en el asfalto Kipchoge, para erradicar de fondo el dopaje en Kenia y con ello, poner a salvo, uno de los activos más importantes de su nación: el atletismo.