El Festival del Pan de Muerto y Chocolate 2023 es un evento que promete deleitar a los amantes de estos sabores tradicionales. Con más de 200 variedades de pan y chocolate, esta celebración tiene lugar en un ambiente festivo que honra la tradición del Día de Muertos.
En el festival, los visitantes pueden disfrutar de una amplia gama de opciones de pan de muerto, desde rellenos como conejito, crema pastelera y chocolate, hasta panes de sabores como jamaica, chocolate, anís y naranja.
Además, se ofrecen panes típicos y regionales, como los tradicionales de azúcar, ajonjolí, totomoxtle, y otros más únicos, como los de pulque y carita de Oaxaca. Para acompañar estos deliciosos panes, el festival cuenta con una selección de chocolate, tanto calientes como fríos y macizos, que incluyen opciones de diferentes regiones de México.
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¿Cuánto cuesta la entrada al Festival del Pan de Muerto y Chocolate 2023?
El costo de entrada al festival es de 20 pesos por persona, y se recomienda pagar a la llegada para evitar largas filas de espera. La capacidad por hora está limitada a 500 personas, lo que garantiza un ambiente cómodo y ordenado para los visitantes.
La entrada al festival incluye una experiencia sorpresa a la llegada, acceso a las hermosas ofrendas de diferentes regiones de México y la oportunidad de participar en una rifa de panes y otros productos sorpresa cada día del evento. Este enfoque busca brindar una mejor experiencia al cliente, con un proceso de ingreso más eficiente y atención de calidad.
¿Cuándo es?
Este evento se realizará del viernes 3 al domingo 5 de noviembre.
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Significado del pan de muerto
El pan de muerto es una delicia, tanto para vivos como para muertos. Durante los últimos años han surgido muchas variedades al pan de muerto tradicional: relleno, ya sea con nata, Nutella, Chocolate, helado, crema… incluso hay quien ya ha experimenta con hamburguesas o tortas preparadas con este pan.
El significado es el siguiente: el círculo que se encuentra en la parte superior del mismo es el cráneo, las canillas son los huesos y el sabor a azahar es por el recuerdo a los ya fallecidos.
Altar de muertos
La tradición de los altares de muertos es el resultado de la amalgama de las culturas prehispánica y española. Originalmente, existía una ofrenda dedicada a la diosa Cihuapipiltin, una figura venerada en honor a las mujeres que perdían la vida durante su primer parto. La creencia popular sostenía que estas mujeres vagaban en el aire, razón por la cual se les ofrecían regalos en los templos o encrucijadas.
Estas ofrendas tradicionales incluían “panes” con formas variadas, como mariposas o rayos, conocidos como xonicuille, elaborados con amaranto, y “pan ázimo”, un tipo de pan hecho de maíz seco y tostado, llamado yotlaxcalli, según lo describe Fray Bernardino de Sahagún. También se ofrecían tamales, denominados xucuientlamatzoalli, y maíz tostado, conocido como Izquitil. El amaranto era un componente predominante en estas ofrendas por ser considerado un alimento especial.
Fray Diego de Durán, en sus crónicas, detalla la ofrenda a Huitzilopochtli, donde la población solo consumía tzoalli con miel durante las celebraciones. Con una mezcla de amaranto y miel de avispa o maguey, se creaba un gran ídolo en representación del Dios, que se adornaba y vestía. También se ofrecían otros “panes”, como pequeñas tortillas, y tras la festividad, los participantes se dividían estos alimentos para su consumo.
El pan de muerto, arraigado en la época de la Conquista y moldeado por rituales prehispánicos, ha emergido como un componente esencial en las ofrendas contemporáneas del Día de Muertos. Este pan, que evoca un profundo sentido de placer y conexión cultural, es especialmente apreciado en las regiones centrales y meridionales de México.
Se ha convertido en un símbolo de la reunión entre los difuntos y sus familias, una tradición que se ha perpetuado a lo largo de los siglos. Cada año, en la conmemoración del Día de Muertos, estas prácticas antiguas resurgen, transmitiendo un legado cultural que entrelaza generaciones y celebra la conexión eterna entre los vivos y aquellos que han partido.