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Fernanda Ramírez
Fernanda Ramirez

Fernando Botero, la transformación del volumen en arte

El 19 de abril de 1932, en Medellín, Colombia, llegó a este mundo Fernando Botero, quien siempre dejó claro que la naturaleza de su trabajo.

“La pintura nace de una reflexión sobre lo que es excelente en el arte”. Lo anterior lo dijo Fernando Botero a la BBC en una entrevista que se le hizo en el 2005, misma que desde las palabras del artista nos deja una visión clara de cómo percibía el arte, el porqué de sus figuras volumétricas y especialmente la importancia que daba a que el artista dejara su huella, que fuera reconocido.

Sin duda Botero es de esos, de los que dejaron huella y su trabajo es reconocido esté donde esté. Hoy el mundo del arte llora a uno de sus exponentes más emblemáticos de las últimas décadas, quien además nació en tierras latinoamericanas.

El 19 de abril de 1932, en Medellín, Colombia, llegó a este mundo Fernando Botero, quien siempre dejó claro que la naturaleza de su trabajo siempre estuvo influenciada por lo que era y de dónde era. “Mi trabajo nace de inclinaciones opuestas a lo que se hace hoy. Pero no porque me lo propuse. Nací distinto. Vengo de una pequeña ciudad de Colombia. No nací en Nueva York, Londres o París”, agregó Botero en la citada entrevista.

Y desde esas inclinaciones, desde su origen, desde su interés por la tauromaquia (los primeros cuadros que pintó tenían esta temática) fue construyendo esa visión lo que consideraba excelencia en el arte.

Desde esa filosofía llegó a sus famosos cuadros y esculturas, porque desde su punto de vista la “pintura debía tener volumen y espacio”. Para él esa era la expresión de la excelencia en la pintura, el volumen, mismo con el que se identificó al ver la pintura florentina italiana. En varias ocasiones dejó claro que él no estaba obsesionado con mujeres obesas.

Pero Botero no fue sólo un artista que se centró en el esteticismo de sus obras, sino también en el tema. Es decir, sus cuadros son medios de comunicación de una realidad a la que se enfrentó, misma que en algunos momentos quiso satirizar, y en otros simplemente plasmar.

La falta de tema e identidad es algo que Botero criticó del arte moderno. Aseguró que el tema parece un tabú dentro del arte moderno, así como que se ha confundido la universalidad con la identidad en el arte. Consideraba que en la actualidad no se podría distinguir una obra de un parisino o neoyorquino porque se ha perdido la identidad detrás del velo de la universalidad.

Esa realidad la considera una lástima porque hay obras, tradiciones, arquitectura en el arte precolombino, colonial “con un sabor muy especial”. Una reflexión que nos puede dejar esta última reflexión de Fernando Botero es la importancia de respetar la identidad de nuestras culturas, porque desde allí también se puede alcanzar la grandeza. Botero no se dejó llevar por estereotipos, creó su propio estilo, dejó su propia huella. “No soy cubista, impresionista, surrealista, expresionista. Soy lo que soy”, aseguraba el maestro.

 

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