En los últimos días han estallado noticias en diferentes medios y plataformas sociales con temas que cubren desde guerras terroristas hasta actrices mexicanas conquistando las pasarelas de Fashion Week en las capitales de la alta moda. Sin duda el camino de consumo del espectador se convierte en una montaña rusa emocional con un bombardeo de mensajes que nos evitan prácticamente digerir la información. De un click a otro por segundo brincamos de tema en tema donde la incapacidad de procesar emocionalmente el contenido y la desconexión humana se vuelve inevitable. ¿A qué hemos llegado?
La Generación Silenciosa ha sido la propulsora de importantes cambios sociales y culturales. Y me refiero a generación silenciosa contemporánea, no a nuestros abuelos nacidos en los 30s, sino a los millennials y centennials que su formato de lenguaje es silencioso. Emojis, memes, stickers, Tik Toks, comentarios en posts, Whatsapp, reacciones en foto, entre otros ejemplos se han convertido en el medio de comunicación principal. Aun cuando la gente se reúne en persona y están frente a frente, muchos se reúnen y se acompañan en silencio mientras están conectados a las pantallas. Los iniciadores fueron los millennials mientras que los ejecutores: los centennials ¿Pero qué tiene esto que ver con la semana de la moda y nuestra humanidad nihilista?
Es imprescindible que regresemos a razonar y a cuestionar el status quo que se está robotizando. Nos estamos alienando, desconectando de lo que más humanos nos hace y al mismo tiempo estamos fascinados por la objetivación como la IA (inteligencia artificial), lo robotizado y automatizado, por lo material y por todo aquello que nos ayude a expresarnos sin tener que decir una palabra en fuerte o bien, sin tocar, oler o ver al otro. Y esto nos lleva a esta humanidad nihilista desconectada de lo humano, impulsada por la superficialidad, el aislamiento y la distorsión de la realidad que se encuentran en los entornos digitales y en los medios con culto a la imagen. El nihilismo se ha convertido en una respuesta a la superficialidad y la fugacidad de la moda, pero por ende, en el formato de expresión del que muchos se recargan.
Tuve la oportunidad de acompañar a una celebridad a caminar una pasarela de renombre en la semana de la moda en París y por más que estuvimos en cuartos llenos de gente celebrando, probando tendencias, compartiendo en redes y más…nunca me sentí más desconectada de lo humano. Se percibe fiesta pero a su vez, se percibe una manifestación vacía de significado y autenticidad. Y si este vacío y sentimiento de “sin propósito” se propaga en las nuevas generaciones, no sólo la depresión continuará siendo la enfermedad del siglo, sino nuestra empatía por el otro se irá desvaneciendo. Y nos quedaremos como espectadores de Tik Tok viendo la cobertura en vivo de la guerra de Israel y Palestina para después dar swipe up y continuar viendo a tus modelos favoritas en Fashion Week.