Santiago, Chile.– Valentina Maureira (14) falleció ayer. La chica sufría de fibrosis quística y en febrero de este año se hizo conocida en los medios del mundo a través de un video en el que pedía hablar con la Presidenta Michelle Bachelet para solicitar una “inyección para quedarme dormida para siempre”. Desde anoche, la prensa global ha cubierto la historia y comienza nuevamente el cuestionamiento nacional sobre la validez de la eutanasia.
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La historia de la chica tiene varios ribetes. Ella había visto morir a su mejor amigo del mismo mal y luego supo que su hermano había fallecido a los pocos meses de nacido por lo mismo. En una entrevista a El Mercurio, hace unos meses, Valentina señaló que había grabado el video por desesperación, al ver a su madre y su familia tan complicados.
La grabación del video sorprendió al mundo, por lo sincero de sus declaraciones y se convirtió en una pieza de marketing social y político para muchos. El resultado no fue sólo una visita de la Presidenta sino varias, incluso antes de ayer, según señala su padre, Valentina la llamó para despedirse porque presentía su muerte.
Este es un caso que duele a la familia, al país y al mundo, pero nos deja una lección: los temas importantes, profundos, humanos, aquellos que nos emocionan, se viralizan con una facilidad increíble porque van más allá de “querer convencer”. Basta con que nos rocen.