La invitación a Donald Trump por parte de Presidencia de la República es una de las acciones que mÔs repudio y burlas han desatado en los últimos sexenios, se trató de una desafortunada decisión que ocasionó controversia, decepción y roces en el gabinete, pero, sobre todo, fue una tÔctica fallida que demostró la pobreza en las capacidades de comunicación del ejecutivo, de manera interna y externa.
Lo que fue una excelente oportunidad para el presidente de demostrar con firmeza el repudio hacia la polĆtica migratoria del candidato Trump y al mismo tiempo estrechar lazos con Hillary Clinton, en lo que pudo ser una audaz tĆ”ctica en polĆtica exterior, resultó un tremendo error derivado sobre todo de un mal manejo comunicativo, por parte de PeƱa Nieto, de su equipo de comunicación social, de sus gestores de redes sociales y de los integrantes de su gabinete. Yerro que se acrecentó, por otro lado, con la asertiva forma que demostró Donald Trump de conducir su comunicación, el Ćŗnico ganador en este encuentro que no tuvo problema en difundir un mensaje de victoria sobre este paĆs extranjero.Ā
La comunicación no visual de nuestro representante fue exactamente lo opuesto a lo planeado. Su recibimiento como si se tratara de un jefe de estado fue lo que mĆ”s desconcertó a la opinión pĆŗblica, que jamĆ”s se esperaba que el enemigo pĆŗblico nĆŗmero uno fuera recibido con manteles largos. Las redes sociales se inundaron de crĆticas por el servilismo que sugirieron las formas protocolarias de PeƱa Nieto en este caso.
Donald Trump, por su parte, empresario exitoso que no estĆ” acostumbrado a perder y sabe demostrarlo en todo lo que no dice con sus palabras es un hombre de un actuar firme, que sabe convencer y que desde siempre ha sabido manejar su poder para que se haga lo que Ć©l quiere. Lo anterior fue justamente lo que resultó tras su visita, en donde no fueron suficientes las presuntas buenas intenciones del gobierno federal de poner en claro el repudio hacia sus amenazas no fueron suficientes y todo terminó en ridĆculo nacional.
Otro error imperdonable en cualquier estrategia de comunicación, o peor aĆŗn, de cualquier crisis que se quiera contener mediante una estrategia de comunicación ocurrió despuĆ©s del encuentro; el mutismo de Presidencia en redes sociales creó mĆ”s confusión, nadie prestó su voz para explicar quĆ© habĆa ocurrido, cuĆ”nto terreno habĆa ganado Presidencia, cuĆ”les fueron los acuerdos, las discusiones. No se vio intención alguna por parte del ejecutivo a travĆ©s de sus redes, por sofocar la hoguera alimentada por la opinión pĆŗblica. El silencio en situación de crisis es una de las peores decisiones que se pueden tomar, peor aĆŗn si se trata de profesionales de la comunicación que gozan de sueldos extraordinarios por poner en prĆ”ctica su supuesto expertise.
Este evidente fracaso en la estrategia de comunicación de presidencia no sólo demostró su poca capacidad de reacción, sino que bastó para hacer evidente que en Los Pinos hay una grave falta de talento de quien cobra sueldos extraordinarios por asesorar al Presidente y su capacidad de generar y seguir estrategias eficientes de comunicación es simplemente nula. Si no se hace algo por mejorar la percepción que el pueblo tiene hacia sus representantes, la popularidad de ellos seguirÔ su camino en picada y no habrÔ mensaje, vocero ni estrategia que pueda rescatar el avión de su desplome.