Qué lugar tan privilegiado, necesario, obsesivo, adictivo, protector y hasta estúpido ha llegado a ocupar Facebook en nuestra vida.
Incalculable. Está tan integrado ya a todo nuestro sistema cotidiano, limitaciones, vanidades, perversiones y anhelos que hasta nos puede enviar a la cárcel. Aunque los casos deben ser numerosos, acá resalto cuatro que los medios hicieron famosos. Lo que los medios tocan lo convierten en oro, ya saben. Y los comparto porque son, sin duda, fuente para la interminable reflexión que me planteo sobre la digitalización de la existencia y la pequeñez de nosotros los humanos.
El primero tiene que ver con ese magnate farmacéutico, Martin Shkreli, que hace un par de años subió deliberadamente más de cinco mil por ciento el precio de un medicamento para el sistema inmune. Gran escándalo. Ese mismo personaje quiso hacer una ´broma´ en su muro de la red social que le costó su libertad bajo fianza. Por un mechón de pelo de la ex candidata Hillary Clinton ofreció una recompensa de 5,000 dólares. Su argumento de que era una broma fue inútil, lo encarcelaron por un clic, así nomás.
El segundo caso fue el de una mujer hispana en Estados Unidos, quien fue apresada por dos publicaciones en las que etiquetaba a su ex cuñada con el adjetivo de “estúpida” y “persona triste”, además violaba una orden de distancia entre las dos familias debido a un divorcio. Con eso fue suficiente para un año como presidiaria. ¿Qué tal aplicar lo mismo a insultos de la vida real? Ciertamente no cabríamos en los calabozos.
En 2016 en Tailanda, el castigo fue para una mujer llamada Patnaree Chankij, acusada por alta traición al insultar a la monarquía de ese país. Sucedió en un mensaje privado de Facebook y tan solo con la palabra ´ja´(es decir, ok) como respuesta a un activista político que hablaba en contra del sistema. Eso es monarquía… y nos quejamos de opresión. A finales del año pasado otra tailandés fue condenado por lo mismo. Va a estar preso 11 años.
Otro incidente judicial sucedió en Argelia, donde a mediados de este 2017 fue condenado un hombre a dos años de cárcel por postear en su muro de la red social una foto de un niño colgando de una ventana. “1,000 me gusta o lo dejo caer”. Pero uno de los casos más difundidos fue el de una jueza en Reino Unido, quien solicitó la amistad en Facebook a una acusada. Le costó 8 meses de cárcel… ¿Qué invisibles son las líneas de esas decisiones, no lo creen? Qué delicado… y lo que se nos viene por delante en este mundo donde cada vez más todo lo hacemos sin dar la cara.