Estamos ya a mediados del primer mes del año y quedan atrás las festividades navideñas, la recepción del 2023 y los Santos Reyes. Por ahí queda nada más un tradicional y poderoso “cierre gastronómico” el próximo 2 de febrero, en el que viviremos la Fiesta de la Candelaria con su respectiva tamaliza que no debemos perder.
¿Quién preparó una pasta para cenar en las fiestas navideñas? ¿Alguien brindó con vino o cerveza? ¿Alguien comió una rica ensalada de manzana en las cenas de navidad o año nuevo?
Luego, ¿Con qué acompañaron su pedazo de Rosca de Reyes? Tal vez fue un espumoso chocolate. Y les haya tocado o no El Niño Dios (que conste que no dije “muñequito”) ¿Comerán sus tamales del día de la Candelaria? Los pueden acompañar también con un rico atole de chocolate. O para “la dieta”, y que no engorde tanto el tamal, se pueden tomar un cafecito caliente para estos fríos días.
Espero que los hayan disfrutado y los disfruten más adelante, porque el futuro para varios de los alimentos que acabo de mencionar no es nada halagador y están a punto de desaparecer.
Así es. Como ya lo habíamos mencionado en ocasiones anteriores, los efectos del cambio climático recaen en la seguridad alimentaria del planeta, que se traduce en la restricción de la producción de ciertos alimentos, provocando que muchos de los productos que estamos acostumbrados a consumir y que forman parte de nuestra dieta diaria o cotidiana puedan desaparecer.
Informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC. The Intergovernmental Palen on Climate Change) muestran que el cambio climático apunta para un aumento de dos grados más en la temperatura global para el año 2050, con sus consecuencias en todo el mundo, como el aumento de olas de calor, una disminución en las reservas de agua dulce y una subida del nivel del mar, efectos que ya estamos viviendo y que no son parte de una obra de ciencia ficción.
Estos acontecimientos están teniendo consecuencias sobre cultivos, la pesca y la ganadería y, por tanto, sobre los alimentos que consumimos.
El aumento de dióxido de carbono en la atmósfera debilitará la calidad de los alimentos; las temperaturas en aumento reducirán el rendimiento de las cosechas y la desertificación aumentará la presión migratoria (que ya sufrimos, aparte, por la inseguridad y por las guerras).
No pegará a todos los habitantes por igual, y eso representa ya también una crisis que aumentará las desigualdades en el mundo, llevando a crísis económicas, políticas y sociales. Tal como lo menciona la periodista Esther Vivas en su libro El negocio de la comida: “Todo indica que en un futuro no tan lejano las personas con poder adquisitivo seguirán teniendo acceso a los alimentos y no así las personas con rentas más bajas: es una consecuencia directa del modelo de agricultura industrial globalizada”
Algunos alimentos que se consideran ya en peligro de desaparecer, que pueden comenzar a esacasear y se volverán más caros son:
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Chocolate
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Café
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Plátanos
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Frutas con hueso (duraznos, nectarinas, ciruelas, etc.)
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Vino (la uva)
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Aceite de olivo
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Cereales (arroz, maíz, trigo, por consecuencia, pastas, tortillas, pan y cerveza)
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Aguacate
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Carne Roja
Y la lista puede seguir aumentando. ¿Nos sentamos a ver lo que pase?
Hay marcas que no están pasivas y presentan propuestas interesantes de campañas al respecto. Como es el caso de la cadena de supermercados Aldi.
Tiene una iniciativa, que ha trabajado junto a su agencia DDB, llamada “Fecha de Extinción” que tiene como objetivo concientizar a los consumidores sobre los efectos que el cambio climático puede provocar en los cultivos de algunos alimentos como el plátano, el café, el cacao, la miel o el vino, hasta provocar su desaparición.
Con esta campaña promueven un comportamiento clave: El Consumo Responsable; poniendo de manifiesto que (según explica la misma empresa) “igual que los alimentos tienen fecha de caducidad, también pueden tener fecha de extinción si no hacemos algo para mitigarlo. El enfoque de la campaña pretende favorecer el acceso a herramientas para consumidores y empresas que quieran reducir su impacto en el medio ambiente, en beneficio de todo el planeta”.
El spot de la campaña abre con una frase muy poderosa: “Las cosas que amamos, nunca deberían desaparecer” y nos muestra diferentes lugares y personas relacionadas con la producción y consumo de los alimentos antes mencionados, y como fondo, una versión del éxito de 1979 de KC and the Sunshine Band, de donde retoman la frase principal del mismo, como una llamada suplicante y amorosa hacia esos productos que se “extinguen”: Please Don’t Go.
A la par de esta invitación a que la gente conozca información sobre alimentos en peligro, aprovechan para comunicar las acciones que la cadena de supermercados ya hace para el bien del planeta y sus habitantes (como el consumo de producto nacional para evitar largos traslados de distribución, la venta de productos certificados que proceden de cultivos sustentables, la reducción de plásticos en sus alimentos envasados y de marca propia con el objetivo de que todos sus envases de marca propia sean reciclables, reutilizables y/o compostables en 2025, entre otras acciones).
Una campaña que hace mucho más que comunicar por la conciencia. Redonda y que da pauta para que muchas empresas hagan lo propio a favor de la parte más importante de su negocio: Las Personas.