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Un comportamiento ético se traspasa de jefes a trabajadores y llega hasta los clientes.
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Nunca estamos solos y tenemos una responsabilidad con los demás.
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Empresa y trabajadores se comprometen a cumplir con necesidades mutuas.
Conforme crecemos, vamos desarrollando una serie de valores, algunos de forma inconsciente y otros más pensados. Dos aspectos fundamentales de nuestra vida nos llevarán a conformar esta lista: la educación de nuestros padres y las experiencias de vida. Casi todos entendemos los mismos valores, por ejemplo, la honestidad, la amabilidad o el respeto hacia los demás. Pero lo que cambia es la escala donde colocamos cada uno de ellos y qué tan arraigados están en nuestra rutina. Tener valores es un ejercicio de todos los días y existen muchas circunstancias que los pueden hacer variar. Las empresas también tienen sus valores y por lo tanto quienes ahí laboran deben cumplir con ciertas características. Los valores en el trabajo son muy importantes y de fomentar algunos dependerá mucho del futuro laboral.
Cuesta trabajo medir la escala de valores de cada persona, pero seguramente podremos hacer un consenso como sociedad sobre cuáles no pueden faltar en una persona. Cuando uno adquiere un puesto en algún lugar, entra en juego una escala diferente, una enfocada a la productividad, a la relación con compañeros de trabajo, jefes y clientes. También podemos mencionar los objetivos y las tareas que nos vemos obligados a cumplir. Todo ello, aunque no siempre lo razonemos, se da de alguna manera por medio de ciertos valores. Y, de hecho, fomentarlos es un proceso bidireccional. Esto es, tanto empleados como empresa, deben cumplir con ellos, en una relación armónica, que fomente la confianza mutua y duradera. De ahí la importancia de la siguiente lista.
Compromiso
Cuando firmas el contrato, comienza a trabajar este valor. La empresa se comprometa a cumplir con cierto sueldo y ciertas prestaciones y el trabajador se compromete a cumplir con horas y objetivos. Es una relación donde ambos dan y ambos reciben y en ningún momento cualquiera de las dos partes debería sentir que está siendo tratada de forma injusta.
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Responsabilidad
Se adquieren ciertas responsabilidades como empresa y empleado, pero la responsabilidad va más allá de las paredes de una oficina. Habla, por un lado, de la capacidad que tenemos para organizar nuestros deberes y, por otro, de cierta integridad con el mundo que nos rodea y con los otros. No por nada existe ese sello de empresas “socialmente responsables”. Nunca estamos solos y tenemos una responsabilidad con los demás.
Iniciativa
Así como una empresa toma la iniciativa para competir con el mercado, sus trabajadores también deben hacerlo desde adentro. La innovación y el reaccionar rápido ante este mundo cambiante, son algunas de las habilidades más necesarias para competir en cualquier mercado. No podemos quedarnos estáticos.
Honestidad
Este es uno de los valores más importantes que ambas partes de una relación laboral deben cuidar. Esto genera confianza y una comunicación efectiva y debe regir el día a día de todos, para crear un ambiente armónico donde, a pesar de los errores, todos podemos hablar con claridad y sin miedo a las represalias.
Ética
La ética profesional es un conjunto de reglas comúnmente acordadas sobre cómo actuar en favor del progreso y sin dañar a nadie. Es, por así decirlo, cómo definimos el conjunto de nuestros valores y qué tan dispuestos estamos para cumplirlos. Un comportamiento ético se traspasa de jefes a trabajadores y llega hasta los clientes, mostrando la cara de una empresa que cumple con su papel en la sociedad y la favorece.