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Los países productores de petróleo y, al mismo tiempo, en vías de desarrollo, están en peores condiciones para enfrentar la guerra de precios del crudo
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Hablan de una caída en los ingresos de hasta el 85%
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Arabia Saudita, Rusia y los Estados Unidos, justo cuando azota el coronavirus, están en una disputa por la supremacía en el mercado
Como si la crisis derivada de la pandemia de coronavirus no fuese suficiente, la guerra por el precio del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia (con Estados Unidos en el medio) está generando condiciones más que graves para el sector energético, y muy especialmente para los países en vías de desarrollo que tienen reservas de crudo.
Tanto la Opep (Organización de Países Exportadores de Petróleo) como la AIE (Agencia Internacional de Energía) advierten que los países en desarrollo podrían perder hasta el 85% de los ingresos del petróleo y el gas este año. Un verdadero desastre para algunas de esas economías, en especial para las menos diversificadas.
En una declaración conjunta, el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol, y el secretario general de la Opep, Mohammed Barkindo, hablaron de “muy profunda preocupación” por la pandemia de coronavirus y advirtieron que podría tener “consecuencias económicas y sociales potencialmente de gran alcance”.
Mencionando a la enfermedad y al derrumbe del valor del barril de crudo en el mundo, Birol y Barkindo dijeron que sus estimaciones dicen que que los países en desarrollo podrían padecer una caída en los ingresos por las ventas de petróleo y gas entre un 50% y un 85% en 2020.
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Basta con ver los precios del petróleo para entender la magnitud del problema.
El Brent, el barril de referencia internacional, cerró el lunes a US$ 29,90, una caída del 35% respecto de fines de febrero. En ese momento se vendía a US$ 45, un valor que ya era bajo.
El WTI de Estados Unidos, en tanto, cotiza también a precio de oferta: US$ 28,90.
Los precios del petróleo empezaron a desbarrancarse la semana pasada cuando la noticia de que el coronavirus avanzaba en Europa y, al mismo tiempo, por la guerra de precios entre el líder la Opep, Arabia Saudita, y el tercer productor mundial de crudo, Rusia.
Todo comenzó cuando Rusia se negó a aceptar la propuesta de la Opep de recortar la producción para sostener los precios del crudo.
Como respuesta, el gigante petrolero estatal de Arabia Saudita, Saudi Aramco, dijo que multiplicará su producción en los próximos meses, lo que acentuó el derrumbe de precios.
Es que la oferta está superando largamente a la demanda, muy deprimida por la paralización de la economía mundial debido a la pandemia. Primero el freno comenzó en China, pero ya se extendió al resto del mundo.
Basta decir que las principales aerolíneas están trabajando a la mitad de su capacidad, por lo que sólo en ese segmento el consumo de combustible cayó estrepitosamente.
Ocurrió así el fin de años de coordinación en los recortes de producción que mantuvo un soporte artificial para los precios. Pero en el peor momento.
La Opep y la AIE hablan en su informe de “la importancia de la estabilidad del mercado”, ya que los productores de países en desarrollo “sienten más los impactos de la volatilidad extrema”. También dijeron que “enfrentarán tensiones fiscales y sociales”.
La AIE, que asesora a las naciones industrializadas sobre cuestiones energéticas, advirtió que los aliados del líder de la Opep, Arabia Saudita, serán los más afectados por la fuerte caída en los precios del petróleo. En esa lista están países como Irak, Argelia y Nigeria, todos productores que estarán en una “situación muy, muy difícil” y que necesitarán el apoyo del resto del mundo.
Irak, puntualmente, el segundo mayor productor de la Opep, está particularmente expuesto a una guerra de precios porque tiene una de las economías menos diversificadas, dice la CNBC.
En la lista de países de América latina en vías de desarrollo que, a su vez, son productores de petróleo están Brasil, México, Venezuela, Colombia, Argentina y Ecuador.
La Argentina, en este sentido, tiene un problema aún más grave: el tipo de crudo que tiene en sus reservas (el yacimiento Vaca Muerta) es de shale oil, petróleo no convencional que es mucho más costoso de extraer y refinar y cuya explotación es comercialmente inviable con el precio del barril a menos de US$ 50.
Algo similar, a otra escala, le pasa a Estados Unidos. Las reservas del sur del país de shale oil, ya muy avanzadas en su explotación, lo llevaron a ser el mayor productor del mundo en unos pocos años. El problema es que el negocio del “fracking texano” no es rentable con el crudo a US$ 30.
Es por eso que se entiende que, en realidad, la guerra de precios no es entre Arabia Saudita y Rusia, sino entre el país de Vladimir Putin y el de Donald Trump. Moscú quiere aprovechar el desconcierto para golpear en el corazón de los yacimientos de petróleo no convencional de Washington.