El 59 por ciento de los consumidores online a nivel mundial recomienda a amigos y conocidos una marca o personaje si confía en ella, según Edelman. De ahí que tener una identidad corporativa sea trascendental.
De hecho, la confianza genera el 40 por ciento de las decisiones de compra, en donde el branding se ubica como el principal trust driver entre el 63 por ciento de los consumidores.
Pero una marca debe conocer y aplicar de forma correcta los elementos que la conforman, como una personalidad definida, en la que exista un elemento que defina lo que se quiere transmitir con la marca, un signo de admiración, interrogación, una coma; en fin, un elemento que exprese algo distintivo de la competencia.
Además, hay que considerar los tres básicos en la identidad corporativa: Misión (propósito de la empresa, qué son, qué hacen, por qué y para quién), visión (objetivos, metas y cómo se llevarán a cabo) y valores (principios éticos que la rigen).
En este sentido, el logotipo de una compañía es determinante en la imagen que proyecta a los consumidores y por ende en su éxito, por ello se invierten millones de dólares en sus creaciones.
Finalmente, hay que identificar la competencia directa (las empresas que venden u ofrecen un servicio similar en el mismo segmento) y la indirecta (las firmas que difieren en sus productos o servicios pero que al final se ubican en el mismo mercado).