Con la llegada de “Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald” el universo de Harry Potter o potterverse, como prefieren llamarlo sus fans, suma ya un total de nueve filmes y, al menos, tres más vienen en camino.
Eso sin contar las siete novelas originales que cuentan la historia del “niño que vivió”, un sitio, tres libros complementarios, una obra de teatro y un parque temático, brindándole nuevo significado a la frase que define la existencia del maguito con una cicatriz de rayo en la frente.
Más allá del “niño que vivió” está la “historia (o universo) que vivió” y que a fechas recientes se ha convertido en uno de los vehículos más socorridos (y perseguidos) por empresas para darles permanencia a sus marcas, conservándolas vigentes y haciéndolas crecer.
Así lo hace Disney con Star Wars y Marvel, y eso persiguen, entre otros, Warner Bros. con el DC Extended Universe y sus filmes de Lego y Universal con su Dark Universe.
La fórmula proviene de la literatura donde una historia se cuenta a través de varias novelas, formatos y/o plataformas, expandiendo el universo donde suceden los hechos.
Un ejemplo reciente, pues los orígenes de lo transmedia datan de la antigua Grecia, es lo que la novelista Anne Rice ha hecho con sus series de Crónicas Vampíricas, Nuevas Crónicas Vampíricas y Vidas de las Brujas de Mayfair.
En ellas, un personaje principal se vuelve secundario (o viceversa) en la siguiente novela, permitiendo con ello darle continuidad a las historias, ofreciéndole un guiño al lector de personajes con los que ya se ha relacionado antes, algo “familiar” y con lo que desea volver a encontrarse, y principalmente, construyendo una línea de productos que se ayudan entre ellos.
Para Bill Carmondy el marketing transmedia es el futuro del Brand storytelling por una razón muy sencilla: involucra al consumidor. Y lo hace con cuatro elementos: relevancia social, prosumerismo, detonadores sociales y una estrategia indbound.
Ahí es donde la magia sucede y donde el potterverse cobra de nuevo especial significado pues si hay algo que JK Rowling, autora de las novelas y creadora del universo, ha entendido es cómo hacer crecer su creación, respetando su marca y “rompiendo” las barreras entre ficción y realidad.
A la fecha, los libros de “Harry Potter” han vendido más de 500 millones de ejemplares a nivel mundial. Su éxito inicial hacía inevitable que llegaran a la pantalla grande. Hasta ahí nada fuera de lo común.
La magia está en lo que ha sucedido después y en cómo ha sucedido. Una novela complementaria, “Animales fantásticos y cómo encontrarlos”, que es mencionada en los filmes, daría pie a una nueva saga de películas que en realidad no adaptan dicho texto, sino que exploran su creación.
Entonces, el lector descubre algo nuevo en lugar una versión audiovisual de la historia que leyó, amén de viajar al “pasado”. Algo similar sucede con “Harry Potter y el legado maldito” que continúa la historia del personaje principal, pero en otro medio, el teatro, y teniendo como protagonista a su hijo.
¡Bienvenido el futuro! El consumidor de Harry Potter viaja entre tiempos, entre medios y, desde luego, entre productos porque incluso puede tomar ya una cerveza de mantequilla, como los personajes principales, al visitar el parque temático… y eso es en el presente. Y ahí está otra de las claves.
Lo transmedia rompe las barreras e involucra de manera intrínseca al consumidor. Si bien JK Rowling es quien conserva y revela a discreción los secretos del potterverse, la autora permite y alimenta que los fanáticos construyan teorías y elaboren historias, entiendo que el fan fiction mantiene viva y vigente su obra.
El consumidor está por completo involucrado, se viste como los personajes, consumiendo más mercancía, y borrando los límites entre ficción-realidad y consumo-estilo de vida, sin contar con que quienes entonces eran niños, como Harry Potter, ahora son padres jóvenes y pueden compartir con nuevas generaciones, como también lo hacen los seguidores de Star Wars.
“Bestias fantásticas: los crímenes de Grindelwald” es además socialmente relevante. Si “Harry Potter” contaba la historia de un niño marginado, “Bestias fantásticas 2” multiplica el fenómeno y se suma al discurso donde son justamente las diferencias las que separan al mundo mágico del regular, como en la realidad pretende hacerlo un muro. La metáfora se convierte en realidad.
Y la metáfora es la complejidad de ese mecanismo que conecta tan profundamente al consumidor con el producto, haciéndolo parte de él, de su estilo de vida y acompañándolo un día y el otro también. Y ésa es la maravilla del marketing transmedia y, desde luego, una bestia fantástica.