Por Daniel Granatta
e-mail [email protected]
twitter @danigranatta
Son las 6 de la maƱana y acabo de llegar al Aeropuerto de Monterrey, porque en un par de horas embarco a San Diego para impartir el Ćŗltimo mĆ³dulo del Diplomado de Digital Marketing que organizan la Escuela de Mercadotecnia junto con la Universidad de San Diego. Aunque es la primera vez que imparto clase en este Diplomado, no es la primera que participo en el impartir clase de temas relacionados con la mercadotenia o publicidad digital en MĆ©xico y algo pintoresco es lo variopinto de los perfiles de los asistentes, totalmente heterogĆ©neos, gerentes de marca, diseƱadores de agencia, mercadĆ³logos o comunicĆ³logos, entre otros.
QuizĆ” porque mis padres se dedicaron a la enseƱanza gran parte de sus vidas, disfruto enormemente de la oportunidad de poder viajar a algĆŗn sitio a compartir algo de lo mucho o poco que sepa con quien me invita. Como recompensa, suelo llevarme algo a cambio, de la gente o del lugar. Eso es lo que compensa las terribles desveladas y escalas de viajes a las que uno se ve abocado. Por ejemplo, para estar aquĆ a las 6am, tuve que levantarme a las 3 de la maƱana en Saltillo, como verĆ”n, 0 glamour. Pero sĆ³lo por lo que uno tiene la oportunidad de conocer, merece la pena; cuando uno cobra sus viajes en amigos y experiencias en vez de en pesos mexicanos, viajar para dar conferencias o cursos es uno de los mejores oficios del mundo. Aprender. Aprender mucho, para tener muchas nuevas cosas que contar y compartir, asĆ como afectar su trabajo con ello, para ser un poco mejor que el dĆa anterior.
Sin embargo, en todo este tiempo de impratir clases, lo que nunca me he encontrado en un Diplomado en el que yo haya participado es algĆŗn profesor o profesora de alguna asignatura de la carrera de mercadotecnia de alguna universidad de las muchas que imparten dicha carrera en MĆ©xico. Si pensamos en que la asistencia a un Diplomado es para adquirir conocimientos que luego poder compartir, el que no haya prĆ”cticamente ningĆŗn perfil de profesor universitario es interesante y sintomĆ”tico de algo que se manifestĆ³ abruptamente cuando hace algunas semanas escribĆ una columna titulada Carta a un joven estudiante de mercadotecnia. En ella, animaba a los jĆ³venes que ahora estudian y un dĆa quieren tener que ver con las marcas o la publicidad en MĆ©xico a que me escribieran o contactaran. Lo hicieron y de quĆ© manera.
Como si hubiĆ©ramos abierto la caja de Pandora desde una simple columna de opiniĆ³n, comenzaron a llegarme multitud de relatos (no sĆ³lo de alumnos de mercadotecnia, sino tambiĆ©n de ingenierĆas, arquitectura o comunicaciĆ³n), de sueƱos, de dudas y tambiĆ©n de desilusiones, casi todas encarnadas en la certeza de sentir que, de alguna manera, el dĆa a dĆa dentro de las aulas no se corresponde con el mundo que todos ellos habitan fuera de las aulas. Si ellos leen A de boca de alguien en una conferencia o columna de opiniĆ³n, su maestro dice B y ante toda respuesta a la discrepancia, el alumno obtiene por respuesta un ātĆŗ quĆ© vas a saber mĆ”s que yo, que llevo casi veinte aƱos de dar esta claseā, podemos concluir que existe un mĆ”s que evidente problema de puesta al dĆa de muchos los que se encargan de formar a los futuros responsables de las marcas de este paĆs. De las 22 leyes inmutables de Trout a las 22 terquedades inmutables de algunos maestros universitarios. No se rĆan. Y no se escondan: si el 90 por ciento de la publicidad que aparece en televisiĆ³n es una autĆ©ntica basura es tambiĆ©n, en parte, por responsabilidad suya.
Estimados profes, cuando la mĆ”s fresa de sus alumnas, a las 5 de la maƱana regrese ligeramente contenta a su casa de alguna fiesta (me ha tocado ver esto, lo prometo) y se dedique a subir fotografĆas a Twitter o Facebook desde su telĆ©fono celular, no pensarĆ” que “interactĆŗa con un medio digitalā, sino que simplemente “sube fotografĆas a Twitter o Facebook desde su telĆ©fono celularā. Esto significa que para ella no existe el cambio de paradigma de los que un dĆa no tuvimos internet o conocimos el walkman de cassette, sino que simplemente usa lo que conoce y tiene al alcance de la mano, lo que incluye el celular. Resumido, cuando la tecnologĆa progresa, cada dĆa un poco mĆ”s, lo digital deja de ser digital para simplemente ser. Por cierto, donāt drink and Facebook.
AsĆ que, si el mundo no es como era cuando Trout escribiĆ³ sus 22 leyes inmutables sobre la mercadotecnia, podemos concluir que ya no basta sĆ³lo con Trout, o sĆ³lo con Kotler. TambiĆ©n con ellos, claro, pero me resulta absolutamente absurdo que en la bibliografĆa de un alumno de mercadotecnia o comunicaciĆ³n no existan libros como Convergence Culture, de Henry Jenkins, Trust agents, de Chris Brogan, o Join the conversation, de Joseph Jaffe, por no citar alguno de los que tiene publicados Seth Godin y algunos otros, que no reemplazan a los nombrados al inicio de este pĆ”rrafo, pero sĆ los complementan con una visiĆ³n mĆ”s actual del mundo del marketing y las comunicaciones hoy en dĆa. Es complicado explicar con una foto fija algo que estĆ” en constante movimiento, evoluciĆ³n y autoreinvenciĆ³n. Cambia la tecnologĆa, cambian los paradigmas, cambian las relaciones, pero los maestros mantienen invariables los temarios de sus asignaturas. No estarĆa de mĆ”s ver un par de veces los videos del Did you know para comprender cĆ³mo de rĆ”pido se producen estos cambios.
QuĆ© sentido tiene ser maestro hoy en dĆa para formar mercadĆ³logos basados en paradigmas ya obsoletos, en vez de formarlos en los del futuro que ya es presente. Evitemos esto, que los maestros que se sienten en un pĆŗlpito se relajen y bajen del mismo. Acepten que tanto pueden enseƱar a sus alumnos como aprender de ellos, que probablemente tienen muchas cosas que compartir para el beneficio de todos porque son jĆ³venes, no estĆŗpidos.
Son las 7 de la maƱana, casi es Navidad, y yo estoy a punto de irme a San Diego, con la esperanza de que alguno de esos maestros de los que hablo decidan darle una pequeƱa revisiĆ³n a sus temarios antes de que comience el prĆ³ximo semestre de sus respectivas asignaturas en cualquiera de sus universidades. OjalĆ” que lo Ćŗnico inmutable sean las 22 leyes de Trout y no la terquedad de quien deberĆa seguir aprendiendo para poder seguir enseƱando: suerte š