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Estas son las marcas de quesos que presentaron inconsistencias en su etiquetado, de acuerdo a la Profeco.
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De acuerdo a YanHass, al menos el 19 por ciento de anunciantes aseguró modificar algunas características de su producto.
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Las marcas pueden perjudicar su reputación por medio de engaños o mala información.
En el último estudio de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), autoridades encontraron una serie de marcas de quesos, tipo americano, que no cuentan con las características que declaran en su etiqueta, por lo que lanzaron una advertencia al respecto.
A través de su Laboratorio Nacional de Protección al Consumidor, se llevó a cabo un estudio detallado sobre 40 productos etiquetados como queso americano e imitaciones de este tipo de queso.
Profeco analiza quesos
De los artículos analizados, 16 correspondieron a quesos americanos y 24 fueron clasificados como imitaciones. El informe reveló irregularidades en dos marcas de imitación, principalmente por ofrecer información engañosa sobre sus niveles de proteína y grasa.
Estas disposiciones establecen los lineamientos para evaluar la información comercial, el contenido nutrimental, el nivel de agua, la presencia de almidón, el sodio, el peso neto, el tipo de grasa y la calidad sanitaria.
Durante el proceso, la Dirección de Investigaciones Químico-Biológicas aplicó un total de 7 mil 258 pruebas a diferentes muestras, entre las que se incluyeron 13 quesos americanos, 3 quesos reducidos en grasa, 19 imitaciones de queso americano y 4 imitaciones de queso americano blanco o con sabor manchego.
Se determinó que los quesos auténticos contienen componentes lácteos, mientras que las imitaciones utilizan grasas y proteínas de origen vegetal.
Entre las marcas señaladas por inconsistencias destacan Aurrera, Burr, Dutch Farms, Nutri, Lacti Bu, Precissimo y Selecto Brand Americano Blanco, las cuales, a pesar de estar etiquetadas como imitaciones, contienen grasa láctea en su composición.
Asimismo, Dutch Farms y Lima incumplieron la norma NOM-051-SCFI/SSA1, que regula el etiquetado de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados. Estas marcas presentaron discrepancias en los porcentajes de grasa y proteína declarados en sus empaques. Además, Dutch Farms carece de un número de lote visible, mientras que Lima omitió informar el contenido energético por porción.
Engaños de marcas.
En el mundo competitivo de los mercados, algunas marcas recurren a prácticas cuestionables para atraer consumidores y maximizar ganancias, utilizando estrategias que pueden ser catalogadas como engañosas.
Estos fraudes no solo perjudican a los clientes, sino que también dañan la confianza en las empresas, desestabilizando su reputación a largo plazo, según datos de la consultora de Yanhass, al menos el 19 por ciento de los anunciantes aseguró manipular la información del producto para vender más.
Un ejemplo recurrente son los productos etiquetados como “naturales” o “orgánicos” que, al examinar sus ingredientes, contienen químicos o aditivos que contradicen dichas afirmaciones.
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Este tipo de publicidad engañosa busca aprovechar la tendencia creciente hacia estilos de vida saludables, manipulando las expectativas de los consumidores, pero al ser descubiertas por los compradores, al menos el 71 por ciento de estos opta por no regresar a comprar nuevamente con ellos, según la fuente anterior.
En el sector alimenticio, es común encontrar alimentos “bajos en grasa” que compensan esta característica con altos niveles de azúcar, lo que contradice la idea de ser saludables, pese a esto, el 25 por ciento de los consumidores mencionó que no tiene un problema con ello, según YanHass.
Otro caso frecuente se observa en productos tecnológicos, donde se promocionan funciones innovadoras que, en la práctica, no ofrecen el rendimiento esperado. En muchos casos, los dispositivos están diseñados para fallar al poco tiempo, empujando al cliente a gastar nuevamente, una estrategia conocida como “obsolescencia programada”.
Volkswagen
Un ejemplo polémico ocurrió con Volkswagen, que en 2015 fue descubierto manipulando sus sistemas para falsear los resultados de emisiones de gases contaminantes.
Este escándalo, conocido como “Dieselgate”, evidenció cómo una marca reconocida podía poner en riesgo la salud ambiental y la confianza del consumidor por beneficios económicos, resaltando la necesidad de regulaciones más estrictas y consumidores más informados.
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