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Alvaro Rattinger

El Coronavirus es un evento de 100 años y México está cerca de un golpe de realidad

Primero fue China, después Italia y recientemente EEUU. Los tres países tienen algo en común, subestimaron la fuerza del coronavirus. Italia reconoce hoy en un reportaje publicado en CNN que las muertes por el virus suman 2,500 personas, sin mencionar los 60 millones de habitantes que pasan días encerrados en casa. Al momento no hay claridad que el encierro haya detenido el aumento en infectados o muertos. La Unión Americana sumó en 24 horas 2,300 casos, en total ya son 8,500 infectados. “Se habla de potencialmente 12 o 18 meses de esto”, dijo el Dr. Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, es decir el problema apenas comienza.

El efecto del coronavirus no está claro, por un lado la expectativa es que los sistemas de salud a nivel mundial sean saturados con un alto número de fallecimientos asociados. Por otro lado la economía mundial está en estado crítico con pérdidas históricas en las bolsas de valores. Es curioso pero las primeras consecuencias se sentirán en las empresas ya que son la primera línea de defensa del modelo económico actual. Las PYMES viven de dar crédito a las grandes corporaciones o gobierno que pagan a 90 o 120 días. Pagan sus impuestos cada mes, sin hablar de participaciones de nómina, Infonavit y seguridad social. Además son las PYMES quienes se encargan de recaudar para el gobierno las retenciones de IVA e ISR. Además deben cumplir con meses de indemnización en caso de despidos sin mencionar el cúmulo de impuestos informales en forma de extorsión o pagos de seguridad. Serán las primeras y más afectadas. Los dueños de PYMES que responsablemente han mandado a sus equipos de trabajo a casa sin considerar el impacto económico que tendrán, lo han hecho por responsabilidad social, sin apoyo del gobierno. También las empresas grandes han hecho su parte, Cines cerrados, tiendas en pausa y aerolíneas en riesgo. Cada día que pasa el problema será peor.

Si estas empresas cierran, despiden personal o sucumben ante un dólar fuera de control serán sus empleados los que más sufran. En EEUU lo han comprendido y admiten que el coronavirus podría causar un 20 por ciento de desempleo. En México esto significaría entregar una generación al crimen o la informalidad. No todas las empresas viven de contratos del gobierno, la gran mayoría ni siquiera tienen acceso a los contactos necesarios para entrar a una licitación. Son estas las que más preocupan, las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) generan 72% del empleo y 52% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. En México hay más de 4.1 millones de microempresas que aportan 41.8% del empleo total.

En algunos países se ha comprendido que hay salidas, por radicales que parezcan es mejor parar la economía por completo durante dos semanas y dar una amnistía fiscal. Por ejemplo, Emmanuel Macron, presidente de Francia, suspendió los pagos de renta y facturas de servicios públicos, incluidos gas, agua y electricidad en medio del brote de coronavirus. (https://www.theatlantic.com/international/archive/2020/03/france-paris-emmanuel-macron-coronavirus-covid19/608200/). Los tiempos ameritan este tipo de acciones, frente a una potencial crisis de 18 meses hay que prepararse para un cambio radical en la economía, ni siquiera al mismo gobierno le conviene quedar activo en el sistema financiero, muestra de ello son la cantidad de paros técnicos en la bolsa de valores.

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Debemos reconocer que este problema es doble, es un asunto grave de salud que se complica con una crisis financiera global. La suma de los dos afecta a la población, su capacidad de movilidad, generación de riqueza y por ende deja al gobierno sin recursos económicos y materiales para detener el problema. Sí hacen que las empresas tengan que decidir entre pagar impuestos o nómina ganará el gobierno pero habrá un desempleo que tardará una generación en recuperarse.
La magnitud del problema comienza a equipararse con un estado de guerra, algunos líderes mundiales han llegado a catalogar el problema de esa manera. El cierre de fronteras y limitar el movimiento de personas ciertamente tiene un símil con tiempos de guerra.

COVID19 y redes sociales

No obstante la mayor fuente de inestabilidad parece provenir de WhatsApp, la plataforma de mensajes instantáneos de Facebook se ha convertido en un dolor de cabeza para gobiernos a nivel mundial. La cantidad de mensajes imprecisos o inciertos es abrumador. La empresa ha donado un millón de dólares para combatir la desinformación, una muestra de que las enfermedades virales son parte de un problema real. Para el consumidor promedio es difícil salir de una posición negativa, de manera constante hay pedazos de información que crean mayor pánico e inclusive ponen a las personas en riesgo. En países como Singapur se han implementado leyes muy estrictas para combatir la pandemia informativa, estas leyes se han usado este año para detener el flujo de noticias falsas. Para muchos este tipo de leyes son un ataque a la libertad de expresión; sin embargo, los hechos recientes parecen justificar su uso por el bien común. El reto es comprender dónde empieza cada parte.

La crisis que borró los ahorros

Por lo menos por tercera ocasión serán los baby boomers los que paguen una crisis de esta magnitud. Las tres últimas son las ocasionadas por la quiebra de empresas de tecnología, el dotcom boom seguida después por el ataque de las torres gemelas en septiembre del 2001. Después de varios caídas importantes llega la del 2008 que sacudió al mundo entero. En 2020 la crisis causada por el COVID19 parece ser la más importante de la generación. También será la que desaparezca gran parte de los ahorros para el retiro de esa generación. No serán los únicos afectados, la generación X será testigo de una fuerte disminución de sus ahorros en Afores, los resultados no han llegado pero las empresas han comenzado una campaña de sensibilización con la población en general. Una caída de esta magnitud podría haber borrado gran parte de los ahorros para el retiro de millones de latinoamericanos que confiaron su dinero en este tipo de modelos de inversión.

Por último debemos admitir que esta crisis afecta lo más sagrado de una economía, el comportamiento del los habitantes. Tener a millones de personas encerradas en casa durante 30 o 60 días tendrá un impacto en la consciencia colectiva. Será la generación Z la más afectada, son ellos los que vean la angustia de sus padres ante el riesgo de perder todo su patrimonio, salud y seguridad. Recordemos que las generaciones son marcadas por las crisis que viven, una generación Z que sobreviva esta pandemia mientras ve que los que mueren son sus mayores no podrá quedar impune. En este sentido el gobierno tiene una responsabilidad tremenda, el virus es peligroso, la economía fracasará en el corto plazo pero el gobierno debe encontrar una forma de dar certidumbre en un entorno incierto. Probablemente signifique parar actividad económica, establecer un estado de excepción, pagar la renta de las personas, perdonar intereses moratorios o cerrar fronteras. Tal vez serán todas o ninguna, pero hay que privilegiar es la certidumbre.

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