Justo cuando la popularidad de Donald Trump toca el mínimo histórico entre los estadounidenses, la idea de que es uno de los “responsables” por “restablecer la paz” en Medio Oriente crece y le está valiendo ser candidateado por el Congreso de su país para recibir el Premio Nobel de la Paz.
Un grupo de 18 congresistas estadounidenses, todos republicanos, entregaron este miércoles una carta dirigida al comité noruego que entrega dicho galardón, con el fin de que el mandatario sea reconocido con el premio en 2019.
La iniciativa, encabezada por el congresista republicano por Indiana, Luke Messer, afirma que Donald Trump merece el reconocimiento por su trabajo “por desnuclearizar” la península de Corea y “llevar la paz a la región”.
Las nominaciones sólo pueden realizarlas personas que pertenecen a ciertos sectores, incluidos los miembros de un organismo legislativo nacional, profesores universitarios y exganadores del premio.
En 2018, hubo 330 nominados para ganar el premio, que se anunciará en diciembre. La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares fue el ganador de 2017.
¿Un interés político?
Sin embargo, el Nobel de la Paz, un premio de alto reconocimiento a nivel internacional, figura como un potenciador para algunos de los firmantes de la carta y por supuesto, para Donald Trump.
Messer enfrentará en los próximos días una feroz votación primaria para la nominación republicana para el Senado de los Estados Unidos. Uno de los principales puntos de discordia entre él y sus dos principales oponentes, el congresista Todd Rokita y el empresario Mike Braun, es sobre cuál candidato está más dedicado a apoyar a Trump.
El ganador de esa elección se enfrenta al titular demócrata, Joe Donnelly, en un estado que Trump ganó por 19 puntos en 2016.
Otros cuatro aspirantes republicanos al Senado firmaron la carta. Por una parte, Kevin Cramer de Dakota del Norte y Marsha Blackburn enfrentan primarias competitivas en su lucha por ganar asientos en el Senado en estados rojos, pero otros dos sí.
Evan Jenkins, de West Virginia, y Jim Renacci, de Ohio, enfrentan primarias competitivas la próxima semana, estados ganados por Trump a los demócratas titulares.
¿Qué beneficio saca Trump de esto?
Un sondeo de la cadena CNN, publicado a finales de marzo, mostró que el mandatario goza de una popularidad del 42 por ciento, lo que significó un aumento de seis puntos porcentuales desde febrero pasado.
Su impopularidad continúa siendo una de las más altas en relación con sus predecesores; sin embargo, sólo se encuentra rezagado por cuatro puntos porcentuales con Ronald Reagan o Barack Obama durante el mismo periodo de sus presidencias.
No es un asunto oculto que el mandatario continúa en campaña, ahora fijando la mirada en la reelección en las elecciones de 2020 y la nominación en un premio como el Nobel de la Paz, no sólo potencia su marca personal como candidato, si no que le da impulso a su reputación, mermada por los escándalos y su retórica en temas de armas, inmigración y economía.
Los últimos dos mandatarios en recibir el Nobel de la Paz fueron: Juan Manuel Santos (2016) y Barack Obama (2009), aunque también debemos contar el que le entregaron a la Unión Europea (2012), quienes fueron premiados por sus acciones contra la guerra.
Por una parte, a Santos logró que el mismo día que la Academia Noruega hiciera el anuncio del galardón, se dio a conocer que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y el equipo negociador del gobierno habían alcanzado un acuerdo para establecer la paz.
Mientras que Obama, pese a que en 2009 Obama reforzó la presencia militar estadounidenses en Afganistán, en 2011 dio orden de bombardear Libia contra el régimen de Gadafi y en 2014 redobló sus tropas en Irak para luchar contra el radicalismo yihadista, le valió una reelección que terminó su mandato en 2017.