Al tiempo que el mercado avanza, lo hacen de la misma manera las relaciones entre agencias y marcas.
A pesar de que esto podría hablar de una mayor apertura y de mayor variedad en términos de servicios, propuestas creativas y estrategias, lo cierto es que la realidad parece ser inversa.
Problemas para diferenciarse
Ante una mayor oferta y una demanda reducida, para las agencias es cada vez más difícil diferenciarse de sus competidores. Un ejercicio rápido basta para dar constancia a la premisa.
“Cuando nos pusimos a leer la descripción de todas las agencias, nos dimos cuenta que si tomas cualquiera de ellas, y le cambias el nombre, funciona para cualquiera. Por eso creemos que el valor agregado de una compañía en un mercado tan competido debe ser algo más allá de su descripción y oferta de servicios”, Rodrigo Heres, Chief Executive Officer & Founder de Madison.
Desde hace algunos años, mucho se ha hablado de la pérdida de relevancia entre las agencias de marketing y publicidad, discusión que ahora ha retomado especial fuerza gracias a las acciones de algunas grandes marcas que han decidido recortar los presupuestos destinados a estas empresas.
No hablamos de casos aislados. De hecho, conclusiones entregadas por MediaSense, ISBA e Ipsos Connect, puntualizan que el 54 por ciento de las mismas refiere que absorberá parte del trabajo que hoy realizan empresas de comunicación y creatividad en los siguientes cuatro años.
Más allá de un portafolio de servicios
Para las agencias esto es un reto mayor y desde hace varios años hemos visto como los esfuerzos de estos jugadores, que son indispensables en la cadena de valor, se han enfocado al fortalecimiento de sus portafolios de productos y servicios.
Desde la integración de data hasta intentos por capitalizar tecnologías avanzadas como el aprendizaje automático, agencias de todo tipo y tamaño buscan estar a la vanguardia en estos temas.
Aunque este tiene un gran valor, la realidad es que en un sendero en el que todos parece tomar la misma dirección, esto no es la solución al problema, sino solo parte de una ecuación más compleja, pero accesible.
Y es que lo que realmente puede entregar un valor a una agencia en tiempos actuales es algo más que un amplio portafolio de productos y servicios; lo que en realidad convierte a las agencias en grandes aliados, es la pasión del equipo que está detrás de cada acción.
La premisa está lejos de ser un invento. De acuerdo con datos entregados por LinkedIn, el 46 por ciento de los equipos de marketing asegura que ha cambiado la estrategia de marketing de contenidos para dar más prioridad a la misión de la empresa y su visión del mundo.
Por delante al momento
Esta simple pero significativa dirección es la que ahora mismo han comenzado a tomar algunas agencia que comienzan a posicionarse como referentes en el mercado.
Tal es el caso de Madison, agencia que lejos de medirse y autodefinirse en función de premios ganados, lo hace con base en la pasión que su equipo imprimie a cada proyecto, aspecto que de manera natural, tiene un impacto tangible en el negocio de sus clientes, quienes reciben una atención adecuada y particularmente pensada en sus necesidades.
Como concluye Rodrigo Heres, “no es hablar sólo románticamente. Nos enfrentamos a grandes y muy experimentados competidores. Cada agencia en el mercado nacional cuenta con grandes talentos a los que admiramos y respetamos mucho.
Por eso el valor de Madison radica en un tangible-intangible. Amamos lo que hacemos y disfrutamos mucho nuestro día a día. Eso se refleja mucho en los clientes que hemos ganado y los proyectos que ejecutamos. No tenemos el objetivo en los premios si no en la calidad de lo que creamos y la relación con nuestros partners de negocio”.
En este sentido, Madison ha lanzado un manifiesto en el que expresa la importancia que el amor a su trabajo y sus clientes se convierte en la pasión por generar siempre las mejores estrategias de negocio.