México, D.F.- Le “piratié” al autor el subtítulo de su libro porque me parece puntual con lo tratado en el contenido de El contrato de desarrollo del sitio web. En efecto, no todo en la red es virtual; y ésta ha alcanzado tal grado de importancia que construir un sitio es algo que no queda exento de la legislación vigente. A estas alturas vivimos la versión 2.0 del Internet, y existen millones de personas, físicas y morales, que se comunican a través de ella. Tres son las partes involucradas: el emisor o dueño del sitio, quien lo diseña y a quien va dirigido. Pues despertemos, este trío debe estar regulado, y su ejercicio debe prever posibles conflictos.
El libro o manual de Jorge Ringenbach suma un total de 47 páginas, divididas en 17 capítulos y una conclusión. No queda cabo sin atar. Enumero el nombre de su capitulado con el afán de demostrar lo preciso que resulta: Un poco de historia; Aspectos básicos de un sitio web; Diseño […]; El mensaje y el medio; El contrato de desarrollo […]; El nombre del contrato; El objeto del contrato; El precio; Descripción del sitio; Tiempos de entrega; Las comunicaciones; El crédito; Personas autorizadas para la toma de decisiones; Subcontratación; Resolución de controversias; No asociación y propiedad intelectual… ¡Exhaustivo!
La modestia intelectual del autor, lo conduce a reconocer que es un trabajo perfectible, y en ese tenor propone la siguiente dirección electrónica para recibir comentarios y observaciones: http://www.leyenlinea.com/index.html. Como usuario pragmático de los sitios, considero que este condensado legal cumple con todos los requisitos para quienes no somos abogados. Serán los especialistas en leyes quienes aporten sutilezas. Pero, por ahora, como lo señala Ringenbach, la pequeña empresa, el diseñador o el particular tiene un auxilio invaluable. La edición corrió a cargo de Fulton & Fulton S.C., y está fresquecita y hecha en México, 2007.