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Alvaro Rattinger

Es momento de pensar en la recuperación después del coronavirus

El presidente de México parece haber decidido que una suerte de New Deal mexicano podría salvar a la economía. No obstante indicadores recientes de países de primer mundo apuntan a una problema totalmente diferente. Según Jerome Powell el presidente de la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal y jefe del sistema de bancos centrales de Estados Unidos esta crisis ha afectado a las personas menos capaces de resolver el problema. Esto define lo que no se ha entendido en México, se habla de pobreza y segmentos de riesgo pero se olvida que tampoco los gobiernos municipales, estatales o hasta pequeños dueños de negocios son capaces.

Powell, a través de un camino muy distinto al mexicano, apuntó a un problema estructural con la estrategia de AMLO. La Reserva Federal en la Unión Americana no sólo tiene poderes de aumentar el dinero circulante o el gasto, también puede actuar como aval para incrementar la cantidad de dinero disponible en créditos. Parecería que han comprendido que el problema del coronavirus no se resolverÔ con aumento de gasto gubernamental. Para AMLO debería quedar claro que la crisis del COVID-19 traerÔ muchos muertos acompañado de un número todavía mayor de despidos. Algunos analistas ubican el efecto en 1.5 millones de empleos, en lo personal estimo que serÔ mayor. Los pilares de la economía mexicana estÔn en riesgo, el petróleo, turismo y construcción han sido fuertemente afectados. No veremos una recuperación rÔpida en esos sectores.

El consumidor tiene apetito pero ha perdido la capacidad de gastar como consecuencia de la reducción de ingresos o en casos extremos el desempleo. AdemÔs el miedo es un factor importante que ha paralizado gran parte de la actividad económica. Esto implica que todo el gasto de parte del gobierno, no podrÔ mover la economía de la clase media y baja afectada por el coronavirus. Powell apunta a un problema mayor, los gobiernos locales en la Unión Americana estÔn próximos a perder la capacidad crediticia, situación similar a la de México. El choque dual a la oferta y demanda que experimenta la economía mundial no se resolverÔ con mayor gasto, por lo menos a nivel gobierno federal. Debemos dotar a las empresas y consumidores de líneas de crédito para que puedan reponer lentamente el 12 por ciento del año en ingresos que perderÔn por el coronavirus.

El IMSS en México anunció un plan para diferir impuestos, un paso en el camino correcto pero a un precio todavía muy alto. Las empresas que lo tomen gastarÔn el equivalente a un crédito de tarjeta de crédito, serÔ una medida desesperada que acabarÔ mal para algunos patrones. En contraste, la prioridad de la Reserva Federal en este momento ha sido mantener la liquidez del mercado norteamericano. En México la estrategia ha sido la opuesta al exigir a los empleadores mantener su nómina actual a toda costa y cumplir con exigencias impositivas. Han transferido el crédito a los proveedores, el crédito mÔs barato que hay en México. No obstante, eso genera una espiral de falta de liquidez, la cadena hace que cada vez menos gente reciba pago por sus servicios. Una vez iniciado el proceso de falta de liquidez es difícil detenerlo. A nivel consumidor la consecuencia es desastrosa, no solo habrÔ desabasto de productos por falta de financiamiento empresa a empresa. También veremos aumentos de precios en un afÔn de transferir los costos de financiamiento interno al consumidor final.

Parecería que una estrategia de quantitive easing no funcione. En consecuencia, una estrategia de créditos baratos ofrecidos directamente por el gobierno (no a fondo perdido) podría hacer diferencia y los indicadores en México parecen probar esa teoría. Las concesiones de parte de los bancos con extensiones de hasta 4 meses en créditos a pequeñas empresa y consumidor final han sido el salvavidas de incontables familias mexicanas. Extender plazos 4 meses sin costo es en sí mismo una suerte de crédito barato. Este último ejemplo debería ser suficiente para convencer a AMLO que los consumidores no necesitan obras públicas en este momento, es posible que lo que mÔs requieran son créditos para seguir su vida. Lo mismo es cierto para los dueños de pequeños negocios, una línea crediticia garantizada por el gobierno es con seguridad mÔs barata que incontables mexicanos con seguros de desempleo. Por esa razón, la mejor oportunidad que tienen los consumidores mexicanos son el acceso a crédito barato, claro con mesura y responsabilidad. El reto que tiene AMLO es sobrellevar su aversión a prestar dinero a cualquiera que no considere digno, también debe reconocer que existen diferencias entre los dueños de empresas pequeñas y los grandes empresarios. Los primeros no sobrevivirÔn sin su ayuda, los segundos lo harÔn con o sin ella.

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