Hace unos días, el periódico The Wall Street Journal consignó en un artículo un tema que está siendo seriamente cuestionado entre las organizaciones, sobre la real utilidad de la red social LinkedIn, y recoge algunos de los argumentos más reiterados que sostienen este juicio.
El uso de las redes sociales (RRSS) ha aumentado continuamente y se espera que continúen creciendo. A partir de 2017, el 71% de todos los públicos de Internet utiliza canales de redes sociales, y para 2021, se espera que el número total de usuarios alcance los 3.02 mil millones.
Parece que la excepción es LinkedIn, que va disminuyendo en uso e interés. Entre las RRSS más frecuentadas en 2019 se encuentra en un puesto bastante bajo. Aunque también es cierto que se considera una red social profesional y es usado por una minoría de empresas o personas interesadas por ella, sin duda, estamos viendo que poco a poco va perdiendo usuarios (-2%).
Si bien LinkedIn tiene casi de 675 millones de usuarios, muy por debajo de Facebook (2,320 millones) o YouTube (1,900 millones), si consideramos que estas dos últimas son de uso general, mientras que LinkedIn es específica para negocios, proporcionalmente su número es muy respetable.
Sin embargo, según Andrew Selepak, director del programa de posgrado en redes sociales de la Universidad de Florida, “la mayoría de las personas tienen una cuenta (en LinkedIn) porque les han dicho que deberían o que necesitan tener una, aunque jamás la usan ni la actualizan”.
Los argumentos en su contra es que no es divertida ni amistosa con el usuario, no es atractiva visualmente y se ha contaminado con invitaciones para conectar de cuestionable procedencia o incluso con fines comerciales.
Se habla también de ser un sitio para alimentar vanidades, ya que se aceptan invitaciones simplemente por el hecho de presumir la cantidad de redes de negocios, cuando en realidad esas redes producen escaso negocio, poca actividad y menos interacciones.
El promedio de uso de LinkedIn es de solo 17 minutos a la semana -el de Facebook es de 35 minutos diarios-, lo que trae como consecuencia, poco seguimiento en las conversaciones, falta de regularidad en los posts y quizá lo más relevante, un descuido en la actualización de los perfiles.
El punto es que contar con un perfil en LinkedIn no es suficiente. Es primordial tener una regularidad que le otorgue visibilidad, relevancia, autoridad y reconocimiento. Finalmente, la idea es posicionarse en el mercado o entre profesionales que comparten intereses y deseos, lo que incrementa la posibilidad de construir contactos y seguidores de valor e iniciar interacciones uno a uno con otros profesionales. Esto desencadena reacciones y resulta una excelente manera de entablar una relación.
Para la mayoría de los consumidores, las RRSS corporativas generan “confianza” y son la motivación principal para tener una conversación privada con un servicio de atención al cliente. Pero para quienes están en el B2B, por ejemplo, LinkedIn resulta una de las plataformas más populares y ampliamente utilizadas, pues brinda a los profesionales la oportunidad de conectarse con otros profesionales de su industria para aprender y crecer juntos.
Para una empresa B2B, LinkedIn es una plataforma ideal para lanzar nuevos productos. Más del 90% de este tipo de empresas la prefieren para la comercialización de sus productos, por sus características que permiten compartir contenido, interactuar con el público y reclutar talentos.
Entre los profesionales de la comunicación, cuando un cliente o empresa insiste en exponerse en las redes sociales, se repite con insistencia que no todas las redes sociales son para todas las empresas. Y ello incluye a LinkedIn. Al ser de carácter eminentemente profesional, permite a muchas empresas generar sinergias, colaboraciones, encuentros y negocios con otras compañías. Pero si su uso carece de una estrategia de actuación adecuada que dirija de manera consistente al perfil de empresa o sector que realmente nos interesa, seguramente se convertirá en una pérdida de tiempo.