El fenĆ³meno natural mĆ”s destructivo que ha vivido la Ciudad de MĆ©xico en los Ćŗltimos 32 aƱos volviĆ³ a despertar el impresionante espĆritu solidario que yace en cada mexicano, pero tambiĆ©n puso a prueba la capacidad de comunicaciĆ³n como sociedad civil, medios de comunicaciĆ³n y gobierno.
Como era de esperarse, minutos despuĆ©s del sismo la comunicaciĆ³n fija y celular colapsĆ³, y a pesar de que el internet mĆ³vil era intermitente, las redes sociales y servicios de mensajerĆa fueron de gran ayuda para que los usuarios lograran reportar su estado y su ubicaciĆ³n en medio del caos y la incertidumbre.
AdemĆ”s, los servicios digitales comprobaron una vez mĆ”s nuestra capacidad de organizaciĆ³n y demostraron su enorme utilidad en las labores posteriores de rescate, envĆo de ayuda, localizaciĆ³n de personas desaparecidas y denuncia de abusos de autoridades.
Pero tambiĆ©n fue reflejo de la comunicaciĆ³n caĆ³tica que deriva siempre de un evento de tal magnitud, en el que las redes sociales y mensajerĆa fueran vehĆculo de mensajes con informaciĆ³n poco precisa y no confirmada, y con noticias falsas y alarmantes.
Como respuesta al enorme ruido que se estaba generando en redes sociales, se crearon plataformas como #Verificado19S, en la que mĆ”s de cien desarrolladores, economistas, matemĆ”ticos, diseƱadores, psicĆ³logos y antropĆ³logos lograron verificar y organizar toda la informaciĆ³n que se vertĆa en las redes, para lograr una mayor claridad en los hechos que derivaban de la tragedia y que la participaciĆ³n ciudadana fuera mĆ”s eficiente.
Los medios de comunicaciĆ³n tradicionales tambiĆ©n fueron un escaparate fundamental para la informaciĆ³n durante los minutos y horas posteriores al siniestro. Las estaciones de radio y canales de televisiĆ³n seguĆan transmitiendo cuando el internet se ausentĆ³. Fue gracias a estas seƱales que muchos ciudadanos nos enteramos la verdadera magnitud destructiva del movimiento telĆŗrico.
No obstante, la exhaustiva y valiosa labor de los medios de comunicaciĆ³n se vio opacada por la pifia protagonizada por los noticieros de Televisa, que, un dĆa despuĆ©s del siniestro, iniciaron una desmedida cobertura del rescate de una niƱa que nunca existiĆ³, pero que mantuvo en vilo a los telespectadores en el marco de un desafortunado reality show.
El desprecio de gran parte de los miembros de las nuevas generaciones hacia los medios de comunicaciĆ³n tradicionales se acrecentĆ³ al anunciarse que la confusiĆ³n habĆa sido una pĆ©sima coordinaciĆ³n entre mandos de la SecretarĆa de Marina y la informaciĆ³n que se entregaba a Televisa, el Ćŗnico medio, por cierto, que tuvo un acceso inmediato a la zona cero del colegio RĆ©bsamen.
TambiĆ©n es una realidad que mucha informaciĆ³n falsa se generĆ³ en portales, que en aras de obtener el ansiado clic en muchas ocasiones tomaban como fuente a las redes sociales, ese universo sin control en donde cualquiera puede afirmar cosas que no le constan.
AsĆ, en un prematuro corte de caja, podemos afirmar que tanto medios digitales como medios tradicionales, como la radio, la televisiĆ³n y la prensa escrita, hicieron grandes esfuerzos y abonaron con todos sus alcances para un flujo de informaciĆ³n efectivo, pero tambiĆ©n insistiremos en la necesidad de que persista el rigor periodĆstico y se busque confirmar los hechos antes de que se hagan pĆŗblicos, porque hoy las personas, independientemente de la generaciĆ³n a la que pertenezcan y los medios que consuman, demandan mayor seriedad y calidad en la informaciĆ³n que quieren recibir.