Santiago, Chile.- No cabe duda que Internet nos ha facilitado la vida para acceder a conocimientos y posibilidades impensadas en todos los ámbitos, las redes sociales nos han conectado con el mundo y el marketing digital se ha beneficiado de las cientos de herramientas que surgen a diario para complementar sitios y plataformas a disposición de los usuarios y público global. El “pero” viene a continuación y tiene que ver con la falta de control de quienes utilizamos la red, arriesgando nuestra imagen al mezclar el mundo público con el privado.
El mito de la privacidad. No hay privacidad en Internet. Todo lo que está en la red puede ser divulgado en cualquier momento. Asimismo, las aplicaciones tienen cero barreras de seguridad en este tema, por lo que nunca estará demás insistir en este punto.
Libre expresión. De acuerdo al párrafo anterior, te quedará claro que la libre expresión- al menos en términos personales o emocionales, que es donde más abusamos de ella- no es una buena idea. Para catarsis, los amigos; para la sanación, una buena terapia. El resto es mostrar al mundo partes de tu vida que, en algún minuto, pesarán en tu imagen.
Eres lo que muestras. Pocas son las personas que, en la vida, llegan a conocerte de verdad y, lo más importante, a quererte tal como eres. Por ello, la imagen que das en Internet y en redes sociales especialmente, debiera ser mucho más cuidada. No sólo están tus sentimientos involucrados sino también tus debilidades y a la hora de elegir- un empleador, por ejemplo- se quedará con aquel perfil que le parezca más “equilibrado” para su empresa.
Cada uno es dueño de hacer y decir lo que quiera en la red, pero no está de más recordar que nosotros somos, para el mundo, la imagen que mostramos.