Santiago, Chile.- No hace mucho, leíamos sobre la pequeña batalla de ironías que surgió a raíz de una investigación de la Universidad de Princeton en la que se señalaba que, en pocos años, Facebook se acabaría. Probablemente, la reacción de muchos ha sido gatillada por la actitud de “miente, miente, que algo queda”, pero la cosa es que hay una tendencia al cierre, aunque sea temporal, de algunas cuentas. ¿Por qué? Sigamos conversando.
Siendo la red con mayor aceptación a nivel global, Facebook también es el lugar donde se reúnen las mayores virtudes y los grandes defectos de la conectividad. Son algunos de estos últimos, los que han generado el éxodo de cientos de personas.
Publicidad y privacidad. Estos conceptos pareciera que no pueden convivir y menos en redes sociales. La publicidad pagada por las empresas que, hasta una fecha próxima, incluye las famosas “historias patrocinadas”, implican una violación de la privacidad de las personas, sea o no legal. Cuando digo que algo me gusta, lo digo para mis amigos, no para cientos de personas que están catalogadas como afines a mí, según el perfil de la empresa, ante las cuales yo aparezco recomendando un lugar o un producto. Nadie me pregunta si quiero promocionar dichos espacios y menos me paga por ello.
Conexiones indeseadas. Es verdad que somos nosotros quienes aceptamos o no a quienes solicitan amistad, pero la multiplicidad de opciones para publicar (público, privado, amigos, amigos de mis a amigos) a veces nos traen malos ratos. Como las redes sociales son una ventana a “todo”, muchas personas se están cansando de aquellas intrusiones.
Emocionalidad no contenida. Facebook se ha vuelto un “diario de vida” para la gran mayoría de las personas. Y lo que podría ser positivo, a ratos se vuelve contra el usuario. Un comentario triste, por ejemplo, genera decenas de respuestas del tipo “¿qué te pasó?” “¡cuenta!” o “pobrecito, ánimo” y si bien el juego llena el ego de muchos, en situaciones difíciles, varios se arrepienten de haber expuesto su vida en la red.
Adicción y pérdida de tiempo. Todos tenemos en nuestras cuentas a cientos, sino miles, de personas que incluso no conocemos en vivo. El tiempo que usamos en visitar al menos a unos pocos de ellos, es tiempo que podríamos aprovechar reuniéndonos con ellos. Un claro ejemplo es la leyenda que circula por ahí y dice “Deja de ventilar tus problemas en Facebook y ven al bar, como todo el mundo”. Por otra parte, la adicción que provoca “ver sin ser visto” genera espacios que pueden ser nocivos para la vida real.
No creo que, realmente, la red se termine, pero sí que pueda disminuir su influencia en el futuro y si así sucede, será parte de un proceso muy humano provocado por la ancestral necesidad de estar más cerca del otro de la forma tradicional.