Actualmente, son comunes y recurrentes los términos empoderamiento o empowerment, así como sus derivaciones y vinculaciones a diversos grupos, actitudes, estilos de vida, hasta segmentos tradicionales y emergentes. Sin embargo, es necesario precisar y resignificar esta era del empoderamiento.
Todo contexto de empoderamiento surge de la necesidad, en la mayoría de los casos, de dignificar el valor de una persona, marca o grupo social, como ha ocurrido en los últimos años. Un ejemplo de empoderamiento está en las acciones en contra de la desigualdad de género, que llevó en septiembre de 2015, a las y los líderes de los 193 países que conforman la ONU a adoptar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Esta agenda consiste en una serie de objetivos y metas, que deben alcanzar los países en menos de 15 años, para la creación de sociedades más justas, democráticas, prósperas y sostenibles.
Si bien la participación de la mujer en los negocios como en muchas otras actividades ha incrementado, aún existen muchas brechas por librar para fortalecer el empoderamiento de la mujer y generar igualdad entre las personas. Tan sólo en América Latina la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 15%, y en México las mujeres ganan en promedio 16.7% menos que los hombres, según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Instituto Nacional de las Mujeres.
Desde el punto de vista mercadológico con el uso de nuevas tecnologías y redes sociales, los consumidores empoderan de una forma más asertiva sus gustos y necesidades, lo que nos lleva a un análisis más profundo de las tendencias y riesgos en los mercados, para poder estar vigentes y mantener el empoderamiento de nuestra marca, producto o servicio.
Lo anterior implica la exigencia de una mayor transparencia de las compañías hacia los consumidores. Adicionalmente las personas sienten que son ellas las que mejor se conocen, y por ende toman un rol más activo en el control de su propia vida y de su entorno.
La hiperconectividad abre canales y otorga las herramientas para conectarse con públicos que comparten intereses y causas comunes, amplificando la voz individual para generar una presión colectiva sobre lo que ocurre.
Un ejemplo de esto es el desplazamiento del centro de poder de las instituciones (estado y empresas) a las personas, debido a la ineficiencia para generar bienestar en el consumidor, provocando un rompimiento de confianza. Lo que ha generado diversas las crisis económicas en los últimos años.
Los nuevos canales digitales habilitan la posibilidad al consumidor de expresarse y hacerse sentir con mayor efectividad para obtener los resultados que espera, lo que presiona a las empresas a cuidar su exposición y su activo reputacional.
Potenciar el empoderamiento de las empresas es una tarea básica en la actualidad del día a día del mercadólogo para mantener una empatía entre las necesidades del consumidor y el negocio. Si bien el deseo de superación que tienen las personas se está viendo habilitado por un mayor nivel de conocimiento. Las personas empiezan a demandar mayor transparencia a empresas e instituciones, donde hay un rol activo por parte de un colectivo.