Para que un equipo de futbol en la liga mexicana descienda tiene que hacer las cosas mal, muy mal, por seis temporadas (3 años) para que peligre su permanencia en el máximo circuito, completamente diferente a las demás ligas del mundo en la que año con año los clubes se esfuerzan para no perder la categoría.
Es tan distinto el panorama en México, que solo un equipo cae a la división de ascenso, y uno el que sube de la liga de plata a la primera división, en la mayoría de competencias son los últimos tres equipos de la tabla general quienes bajan por los primeros tres de la liga inferior quienes ocupan los lugares disponibles.
En nuestro país el fantasma de caer al submundo de la liga de ascenso representa un riesgo elevado para las instituciones debido a que el valor de mercado cae hasta en un 80 por ciento, el costo en primera división es de alrededor de 25 millones de dólares, mientras que el valor de mercado en el Ascenso MX es de 5 mdd.
Aunado a eso, la mercadotecnia, publicidad y derechos de transmisión es otro factor que merma a las escuadras que descienden, ya que los ingresos por estos rubros caen hasta en un 90 por ciento.
Para el jugador la cosa no mejora, al pertenecer a un equipo que baja de categoría, el valor de su carta se deprecia significativamente, puede quedar desempleado y hasta tomar en consideración un retiro anticipado.
Otro factor a considerar son los empleos directos e indirectos, así como la infraestructura de las instituciones deportivas, concretamente, los estadios.
Precisamente en ese rubro la liga mexicana encontró un candado para que los conjuntos del máximo circuito eviten la guillotina.
A partir de la campaña entrante, el Apertura 2017, entra en vigor una regla que no permite a la mayoría de los equipos del Ascenso MX acceder a la primera división, esto, al no contar con estadios con aforo superior a los 20 mil aficionados, de los 17 equipos que integran la liga de plata solo 6 cumplen con las instalaciones solicitadas por la nueva norma.
La falta de recursos no permitiría en la mayoría de los casos invertir en los inmuebles para aumentar la capacidad de espectadores, para la mayoría de las escuadras no es una necesidad por la costumbre de tener escasas entradas en los partidos como locales.
Durante el Clausura 2017, en la fase regular, la “segunda división registró una asistencia total de 848 mil 469 aficionados, con un promedio de 5 mil 545 fanáticos por jornada.