Por Luis Miguel Martínez
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Si bien el tiempo real cada vez está más alejado de nuestro control, éste aún lo mantenemos respecto a la sincronía, es decir que los eventos sucedan de forma simultánea entre las partes interesadas.
Conforme la Internet de las cosas se acerca a nosotros a un paso sostenido, la necesidad de sincronizar se vuelve urgente y común – por razones de eficiencia y facilidad. En el sentido contemporáneo práctico, sincronizar es actualizar o copiar archivos a un tiempo específico. Resultado de la era iPod, al coordinarse éste dispositivo con su maestro al concluir la sincronización el contenido del esclavo es idéntico. Así la principal razón de su éxito es la posibilidad de la sincronización automática y que el dispositivo +Móvil (iPod o Smartphone) y el Móvil (Laptop o MacBook) tengan el mismo contenido de acuerdo a reglas específicas y ligadas a la tradicional visión de Cliente-Servidor ó Maestro-Esclavo.
De cierta forma, al comparar nuestras notas con las de nuestros compañeros de clases o juntas estamos sincronizando nuestras anotaciones, y al consolidar nuestros estados de cuenta, también estamos sincronizando nuestra chequera. Sin embargo, la sincronización ahora va más allá de la simple copia de contenidos, pues cada una de las partes sabrá que la otra se ha sincronizado o no, pues es posible establecer reglas que definen quien copia (y en su caso borra) el contenido. Sin lugar a dudas, pronto habrá que pagar por la posibilidad de sincronizar contenido en los equipos de otros, tal como las empresas de telefonía celular realizan hoy en día, al hacer actualizaciones mediante sincronizaciones en red.
Pese a que las reglas de la sincronización son simples y bajo el control de los usuarios, cuando esta falla, las consecuencias pueden ser fatales. Supongamos que falla la sincronización de los contactos en un Smartphone y no es posible regresar a la versión anterior, entonces habremos perdido todo un directorio que posiblemente exista aún en un respaldo, el cual todavía se realiza pues la probabilidad de falla en la sincronización aún es alta.
Recientemente, en un viaje supe –en un estado no-deseado de falla- que los boletos electrónicos de avión deben ser sincronizados con una reservación y que si no coinciden no es posible volar. Y tal vez dependemos demasiado de las bases de datos, de forma tal que una mala sincronización nos impedirá gozar del beneficio de estas, como se ha dicho sobre la brecha digital.
No te desconectes y sincronízate con tus amigos y conocidos poniéndote al día con ellos, ya que estas sincronizaciones son las más importantes.