En la actualidad, en el mercado existen millones de apps para dispositivos móviles. Pero, ¿cuántas son las que hay en el smartphone de los consumidores? Poco más de una decena. En una industria en la que las grandes multinacionales dominan y el mercado está saturado, ¿tiene sentido desarrollar una app?
Hasta antes de 2008, es decir, antes de la salida al mercado del iPhone de Apple, las personas utilizaban solamente las apps que su teléfono móvil, Blackberry, Nokia o Motorola, traía de fábrica. Pero luego ocurrió una revolución en el mundo digital y en la forma en la que consumimos información.
El 10 de julio de 2008, días después de que salió al mercado el primer iPhone, comenzó a funcionar la App Store, para distribuir aplicaciones para el smartphone de Apple que lo cambiaría todo. Tres meses después nació Google Play, para llevar apps a los dispositivos Android.
Desde principios de esta década se vivió la revolución de las apps. Antes, la mayoría de las aplicaciones para móviles se enfocaban en la mensajería pero los avances en la tecnología permitieron a los desarrolladores crear apps para todo tipo de cosas: desde manipulación de imágenes, bases de datos de chistes, hasta recetas de cocina, etc.
Después, las compañías se dieron cuenta de que podían crear apps para acercar a los consumidores a sus productos y servicios. Así nacieron las apps de los cines y restaurantes. Cada negocios creía que podría tener su propia app y agencias y desarrolladores les dijeron que era buena idea. Así fue como se crearon millones de aplicaciones que nadie utiliza.
Hoy hay más de 2 millones 200 mil apps disponibles en la App Store de Apple y 2 millones 600 mil para Android en la Google Play Store, de acuerdo con datos de Statista. ¿Cuántas apps hay en un smartphone promedio? Un estudio de Research Now indica que el 49 por ciento de los estadounidenses utiliza entre seis y diez apps a la semana.
Las apps más populares en los smartphones en este momento son de comunicación y redes sociales (WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat), de servicios basados en economía colaborativa (Uber, Cabify, Airbnb, Waze), de música (Spotify, Google Music, Apple Music), de alimentos (Sin Delantal, Ubereats, Rappi) y de servicios bancarios, dependiendo del banco del usuario.
Lograr que un usuario instale una app además de las mencionadas arriba es uno de los principales retos de los profesionales del marketing digital. El desafío es ser útil para el consumidor, llamar su atención, lograr que descargue e instale, utilice y repita sin borrar.
¿Tiene sentido desarrollar una app? Sí, pero sólo en casos muy específicos.
Si la idea de la app es hacer algo que ya existe y lo hace de la misma forma, lo más seguro es que sea un fracaso y se pierda el océano de software para móviles. La app debe generar curiosidad y satisfacer una necesidad.
La creatividad no ha muerto en las ideas para apps, sólo es más complicado ejecutarla. En recientes ediciones del Festival Internacional de Creatividad Cannes Lions se ha galardonado a marcas y agencias que han convertido a las apps en ejes de las campañas publicitarias.
Algunos ejemplos son la app para ordenar pizza con emojis, de Domino’s, el juego The Scarecrow, de Chipotle Mexican Grill, la app de realidad virtual del New York Times, la aplicación para medir las quemaduras del Sol en la piel de los bloqueadores Nivea, la app Straight Outta de Beats, entre otros.
Apps como las mencionadas ganan premios pero no están en los teléfonos de millones de personas. Esto se debe a que la mayoría de los consumidores sólo utiliza las que son populares o están de moda. Por ejemplo, el año pasado Pokémon Go fue un fenómeno global que movió a decenas de millones y hoy se trata de un videojuego de nicho. La gran parte de quienes fueron parte de la euforia ya borraron la app y se olvidaron de los Pokémon.
La dificultad de crear apps que sean exitosas ha llevado a los profesionales del marketing digital a simplemente utilizar las plataformas que aseguran la atención de los consumidores. Y no es fácil.
Cada día vemos intentos buenos y malos de crear contenidos para las apps emergentes. El mejor ejemplo es Snapchat. Muchas personas, incluso dentro de la industria digital, aún no saben cómo funciona y no le entienden a la narrativa de la aplicación del fantasma ni a quién puede dirigirse. Como resultado vemos a políticos usando el filtro de perrito de Snapchat, causando más pena que interés.
Si algo hemos aprendido de 2008 para acá, es que el mercado de las apps es cíclico. ¿Alguien recuerda Angry Birds, Candy Crush Saga o Vine? Hoy el ecosistema de la aplicaciones es distinto.
Entonces, ¿debe una marca invertir en el desarrollo de una app? Es una inversión arriesgada pero funciona sólo si se trata de algo que pueda realmente conectar con los consumidores, será rentable y transmite los valores de la marca.