En el contexto de las ventas y la mercadotecnia es común escuchar frases como “el cliente es primero”, “al cliente lo que pida”, “¿qué tipo de cliente es nuestro target?”, etc. Es natural pensar que en las redes sociales los usuarios son los clientes, pero he llegado a pensar de que no es así.
Estarán de acuerdo conmigo en que a todos los grandes protagonistas de Internet, principalmente en las categorías de buscadores, retail y redes sociales, siempre les interesa conocer lo más que puedan sobre nosotros. Los datos personales junto con los hábitos de navegación y de consumo de los internautas son verdaderos tesoros.
Aunado a lo anterior, la gente sigue pensando que las redes sociales y correos electrónicos como Gmail y Hotmail (Outlook) son “gratis”, como todo debería ser en internet. Pocas cosas son realmente gratuitas en internet, pero ciertamente ni las redes sociales ni los correos electrónicos son gratuitos.
Facebook, Twitter, Linkedin y Google, entre otras muchas compañías en Internet, nos han hecho pensar que sus servicios son gratuitos porque no pagamos nada por tener una cuenta con ellos y disfrutar de “sus servicios”. ¿Cuántos de ustedes leyeron los términos y condiciones de estas empresas antes de abrir sus cuentas? Podría apostar que menos del1% de los millones de usuarios de redes sociales y correos electrónicos “gratuitos” leyeron y comprendieron los T&C’s antes de darle clic en “Acepto”. Y ya no hablemos de las demás políticas de estas empresas, como la de privacidad, entre otras.
La realidad es que pagamos un precio muy alto por recibir estos servicios aparentemente gratuitos, ese precio es la pérdida casi absoluta de nuestra privacidad. Nuestros datos de todo tipo son usados casi sin restricciones e intercambiados entre muy diversos “socios de negocios” y partes relacionadas de estas empresas.
No somos los clientes, somos los productos… y las empresas antes mencionadas no sólo no pagan nada por nostros, sino que gracias a nosotros se han vuelto multi millonarios. Somos recursos muy valiosos para ellos, nuestros datos son comercializados como objetos.
Por si todo lo anterior fuera poco, cuando alguna autoridad intenta regular o multar a estas empresas por malos manejos en el tratamiento de nuestros datos personales, un ejército de abogados sale a su defensa argumentando falta de jurisdicciòn, barreras al libre flujo de informaciòn, censura previa y toda una serie de argumentos legales tendientes a perpetuar el control casi absoluto que ejercen estas empresas sobre nuestros datos, nuestra informaciòn, e incluso sobre nuestras vidas.
Me queda claro que buena parte de la culpa es nuestra, pues aceptamos todo lo que nos ponen “a firma” a ciegas, sin reflexionar en lo mucho que estamos perdiendo al hacerlo.
Y ustedes mis queridos lectores, ¿qué opinan?
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