No es noticia nueva que Uber se encuentre en más de 120 ciudades de 26 países, ni que a la fecha tenga un valor estimado de más de 18 mil millones de dólares. Lo que parece que si es noticia para muchos es que en la economía colaborativa, la demanda es el rey.
Las organizaciones de taxis están muy enojadas con los “taxis pirata” y parecen creer que Uber es el gran demonio que carcome sus ganancias, cuando Uber apenas opera 400 unidades privadas, mientras en el mismo D.F. existen algo así como 105,000 taxis. Me parece que la culpa es de todo el sistema, por un lado el gobierno de Miguel Ángel Mancera tiene muchas placas que han sido reportadas como robadas y están atrasadas en su entrega; por otro lado existen muchos arreglos oscuros para dejar operar taxis sin sus placas correspondientes y para acabarla, las asociaciones de taxistas alegan en sus manifestaciones como la de ayer en el Centro Histórico, que sus unidades ofrecen una calidad más alta, seguro para el pasajero, así como una carga fiscal específica. En realidad Uber solicita a cada dueño de unidades particulares un seguro de cobertura amplia, RFC, régimen fiscal, certificado de sello digital -CSD- con llave privada y clave para recibir pagos… además de que cualquiera que haya subido a un Uber o Cabify podrá darse cuenta que la atención en estos dos últimos es superior, y que el hecho de ambos saber -chofer y pasajero- su ubicación e identidad, y el no manejar efectivo, no tiene precio.
Es una gran tarea el aterrizar de una manera armoniosa este tipo de modelo de negocio en un marco regulatorio, además de que es muy arriesgado políticamente el ir en contra de ellos, me puedo imaginar los desplegados en periódicos de todo el mundo, eso si se diera el caso de que en México fueran de alguna manera prohibidos o perseguidos este tipo de servicios sobre demanda, que son tan aplaudidos por la manera tan acertiva de crear una economía colaborativa de servicios sobre demanda o -Uberificación-.
Aunque el sol sale para todos, parece que cada vez hay menos incentivos para los taxistas tradicionales; en 2015 según diversas fuentes, el 80% de las líneas celulares en México serán smartphones y más del 77% de ellos descargarán aplicaciones (hoy los smartphones representan poco mas del 20%), si yo fuera taxista, me uniría a Yaxi o EasyTaxi para comenzar a recibir solicitudes de servicio vía apps, o de plano vendería mis placas, pintaría mi auto de blanco o negro y me uniría a Uber o Cabify, digo, antes de que las concesiones en los aeropuertos terminen por desaparecer y de seguirnos quejando de por qué existe un nuevo servicio más accesible, más ingenioso, más seguro, eficiente y muchas veces hasta más barato que un taxi de sitio.