Decía Carl Sagan, en su libro Miles de millones, que el deporte es un vestigio de las batallas que las personas tuvieron que librar con otros grupos de personas desde la antigüedad para defender su territorio, recursos alimenticios, hídricos y a ellos mismos.
Si bien este antecedente explica por qué existe enemistad entre los aficionados de un equipo y de otro en prácticamente cualquier deporte, en nuestro tiempos no se puede justificar ninguna expresión de violencia física ni verbal.
La reflexión viene a colación por la situación que vive el futbol mexicano en la actualidad y desde hace varios años: su afición, equipos y directiva son sujetos de sanciones de carácter internacional por parte de la FIFA porque existe la costumbre de hacer un grito homofóbico durante los encuentros, el cual dice, simplemente, ¡Puto!
El grito surgió desde el interior de las aficiones locales en México. Quien redacta estas líneas recuerda haber escuchado el famoso ¡Eeeeeh Putooooo! en un encuentro entre los Pumas de la UNAM y Las Chivas de Guadalajara, a principios de la década pasada.
Gritaban cada vez que el equipo contrario robaba el balón y sí, lo hacían como una manera de denigrarles. El problema es que la palabra posee un significado que claramente ofensivo, como lo sigue siendo.
Según la RAE, esta expresión se refiere, en su primera acepción, a una “calificación denigratoria” y en México, si bien tiene distintos usos, se refiere principalmente a una manera de denigrar a quienes poseen una identidad de género diferente a la heterosexual.
Desde hace algunos años, la Federación Internacional de Futbol Asociación determinó que se trata de un grito que denigra y solicitó su prohibición, sin embargo, no ha sido sencillo de concretar.
Para lograrlo, ha solicitado a la afición de México y sus autoridades que dejen de hacerlo y han buscado la manera de concienciar acerca de las consecuencias por medio de castigos que van desde la posibilidad de hacer los encuentros de la selección nacional mexicana a puerta cerrada, hasta la suspensión de sus partidos y posterior descalificación de los torneos en los que participe.
Como reacción, la Federación Mexicana de Futbol presenta un video que integra a figuras de este deporte, directivos y comentaristas especializados exhortando a los aficionados mexicanos a que dejen de gritar “Puto”.
El problema es que en el mensaje no existe una sola explicación del por qué de la medida de la FIFA, por lo que tal pareciera que la FMF sencillamente no entiende que no entiende.
Hay muchos gritos en el ?…
¡Pero hay uno solo que nos puede dejar #FueraDelJuego!#FMFPorNuestroFútbol pic.twitter.com/c23AsnYjTK— Selección Nacional (@miseleccionmx) October 12, 2019
Peor aún, Miguel Herrera, el entrenador del Club América y quien es una de las figuras que actualmente tiene más peso en la escena del futbol mexicano, se quejó hace unos días del arbitraje en un encuentro que sostuvo contra el equipo Cruz Azul. ¿Y cuál fue la palabra usada? Precisamente la expresión que ya está prohibida para la afición. Los hechos obligaron al entrenador a disculparse públicamente.
Disculpas sinceras. pic.twitter.com/HVLM9c9pxN
— Miguel Herrera (@MiguelHerreraDT) October 7, 2019
Es sabido que el futbol mexicano representa uno de los terrenos en donde la homofobia tiene un verdadero caldo de cultivo y en donde pareciera ser obligado esconder cualquier tipo de expresión distinta a las reglas de un mundo heternormado.
Mientras tanto, en el país sigue existiendo un gran rechazo hacia los derechos de la diversidad sexual y de género y lo demuestran las cifras del estudio “Violencia extrema, los asesinatos a la comunidad LGBT entre 2013 y 2018”.
El análisis indica que, sólo por tener una identidad sexual y de género distinta, en México ocurrieron 261 asesinatos a personas trans, 192 homicidios a hombres homosexuales, 9 feminicidios a mujeres lesbianas y uno a una mujer bisexual, así como 5 crímenes contra hombres bisexuales.
Pero la campaña promovida por la FMF sólo exhorta a dejar de hacer el grito porque, de lo contrario, “Nos dejan fuera del juego”. Se puede apreciar, por lo tanto, que sencillamente no entienden que no entienden.