El partido conservador de Winston Churchill, llamado también los tories, aquél que lideró de 1940 a 1955, con sobrada energía emitiendo desde sus tribunas emotivos discursos para levantar la moral de su nación en tiempos de guerra, así como para superar diferencias con sus aliados, fue ampliamente superado la semana pasada por los laboristas (liberales) en las recientes elecciones británicas.
Rishi Sunak, el heredero del partido de Winston y de Margaret Tatcher, perdió por amplia mayoría ante Keir Starmer su sitio en la tradicional casa de gobierno inglés, ubicada en la calle Downing, después de catorce años y cinco diferentes primeros ministros entre los que se encontraba el polémico Boris Johnson. Los 410 escaños contra 131 no dejaron ninguna duda.
Para Sunak no fue suficiente disminuir los impuestos y hacer frente a la inmigración para detener la maquinaria laborista que había planteado en la mente del elector inglés de que todo en Inglaterra estaba en estado precario y que se debía cambiar, así nada más… cambiar, para ser la base discursiva de su estrategia de comunicación política. La palabra cambio, volvió a funcionar en una elección.
Keir Starmer, un hombre de sesenta y un años de edad, sin mucho carisma y cumplidor de las reglas, será uno de los nombres más mencionados en el grupo de los siete países más desarrollados del mundo del cual forma parte Inglaterra, así como en las asambleas de la OTAN ( Organización de Países del Tratado del Atlántico del Norte ) que celebra por estos días su reunión cumbre en Washington, pues llega con nuevas ideas que habrá de poner en común en estas mesas tratando de adaptarse rápido a sus agendas que ahora le compartirán sus colegas reconociendo a la sexta economía más potente del mundo.
El triunfo laborista le pone un freno a la marea provocada por la derecha que había desplegado sus banderas en Francia y otros paises de la UE, equilibran por lo pronto la red temática y provocan una profunda reflexión de los líderes europeos. Por cierto, en la segunda vuelta de elecciones legislativas en Francia de hace unos días, la izquierda mejoró sus resultados al balancear ahora el poder y citarse de nuevo para una contienda decisiva en el 2027. Macron, el presidente francés toma oxígeno con este triunfo y pone de nuevo a Marie Le Pen, su opositora de derecha, a replantear sus estrategias.
El vendaval laborista apoyado ampliamente por comentarios de electores jóvenes y de adultos mayores se puede resumir con esta frase: “La gente ya estaba harta de estos casi quince años de gobiernos conservadores que pensaban que ganarían por siempre”, – lo cual nos dice que esta elección tuvo un amplio voto de castigo que tal vez no supieron leer a tiempo los tories y que incluye temas relevantes como la mala gestión de la pandemia, las polémicas que provocó Liz Truss al reducir los impuestos, sin descartarse la actuación de Boris Johnson con sus ajustes para tener austeridad y la gestión del Brexit que los llevó a dejar de ser parte de la Unión Europea.
Cambio de guardia en Londres.
Nos encontraremos más adelante.
Federico Torres López.