Cuando se desata una crisis, las empresas suelen centrarse en controlar la narrativa, minimizar el daño
financiero y preservar el valor de la marca. Sin embargo, generalmente no se le presta la misma atención al lado humano de la crisis: el impacto emocional y psicológico que pueden tener sus públicos de interés. Desde clientes y empleados hasta inversores y el público en general, una crisis puede generar confusión, ira, miedo y frustración.
No se trata solo de responder, sino de conectar con los afectados y demostrarles su importancia. Las relaciones públicas en situaciones de crisis son un arte y una ciencia, y es crucial que incorporen empatía, autenticidad y transparencia. Si se gestiona adecuadamente, una crisis puede transformarse en una oportunidad para forjar relaciones más profundas con los stakeholders.
Las crisis afectan a las personas a nivel emocional, no solo racional. Cuando una empresa se encuentra en el centro de una crisis, es importante reconocer el impacto emocional que esta tiene en los involucrados. Los empleados pueden sentirse traicionados o inseguros sobre su futuro, los clientes
pueden sentirse enojados o inseguros, y el público puede sentirse decepcionado.
Comprender estas emociones es clave para elaborar una respuesta trascendente. Reconocer el impacto emocional de una crisis demuestra empatía y, al hacerlo, la empresa puede comenzar a reconstruir la confianza. Simplemente abordar los “hechos” puede no ser suficiente si se descuida el lado humano. Las crisis a menudo son más que un simple conjunto de circunstancias: son una experiencia profundamente
humana para todos los involucrados.
Durante una crisis, la autenticidad es crucial y consiste en ser sincero ante el público. Cuando las cosas salen mal, es importante reconocerlo sin usar un lenguaje ambiguo ni intentar desviar la culpa. Los verdaderos líderes emergen durante las crisis mostrando vulnerabilidad y honestidad. Es más probable
que las personas confíen en una respuesta si sienten que, como organización, se muestra sincero y directo sobre la situación, incluso cuando las noticias no son buenas.
Y si bien es cierto que contar con un plan estratégico es fundamental, es igualmente importante liderar con empatía, especialmente al tratar con personas directamente afectadas por la crisis. Una de las herramientas más poderosas en las relaciones públicas en tiempos de crisis es la empatía.
Pero no solo se trata de hablar, sino también de escuchar. En el fragor de una crisis, las organizaciones
suelen difundir su mensaje sin comprender plenamente las preocupaciones de sus grupos de interés.
Escuchar atentamente las quejas de los clientes, las inquietudes de los empleados y la opinión pública
puede revelar problemas subyacentes y proporcionar información valiosa. Una gestión de crisis eficaz
requiere estar abierto a la retroalimentación y responder a las necesidades emocionales de las partes
interesadas.
La empatía humaniza a la organización y muestra que hay personas detrás de la marca, no solo intereses
corporativos. Ayuda a reducir la percepción de frialdad o cinismo. Desactiva tensiones y previene una
escalada de reclamos. Cuando los afectados se sienten escuchados, es menos probable que intensifiquen su descontento en medios o redes sociales.
Además, facilita la reparación de relaciones a largo plazo; construye las bases para que esa comunidad vuelva a confiar en la organización con el tiempo. Escuchar permite entender el problema y ofrecer
respuestas que resuelvan causas y no solo síntomas.
Por el contrario, de no atender el problema o los reclamos, se puede interpretar como soberbia o desconexión. Mensajes unilaterales sin espacio para el diálogo suelen parecer defensivos o arrogantes y
alimentan la desconfianza y la frustración.
Cuando las personas sienten que no son escuchadas, recurren a otras vías para ser visibles: redes, medios, protestas. El enojo colectivo se vuelve viral fácilmente. No escuchar puede provocar una segunda ola de indignación, a veces más fuerte que la crisis original. Una marca que no muestra empatía pierde su licencia social para operar. Incluso si legalmente tiene razón, públicamente puede quedar marcada como insensible.
Las relaciones públicas en tiempos de crisis no se limitan a controlar los daños; se trata de gestionar las relaciones humanas en tiempos de incertidumbre. Al centrarse en la autenticidad, la empatía y la escucha, una empresa puede capear cualquier tormenta, convertir una crisis en una oportunidad y emerger con conexiones más sólidas y significativas. Con un enfoque centrado en el ser humano, las
organizaciones pueden demostrar un verdadero liderazgo incluso en los momentos más difíciles.