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Arturo Mora
Arturo Mora

Emilia Pérez vs. Johanne Sacreblu: La batalla del público

El corto satírico Johanne Sacreblu se volvió viral, ganando más relevancia que Emilia Pérez gracias a su conexión con la audiencia. Esto demuestra que, en la era digital, una idea auténtica y bien recibida puede superar cualquier estrategia de marketing millonaria.

¡Vaya relajo el que se ha armado con “Emilia Pérez”! Y como en cualquier buen drama cinematográfico, la reacción no se hizo esperar con “Johanne Sacreblu”, una respuesta mexicana que ha dejado a medio mundo con la ceja levantada y a la otra mitad partiéndose de risa (la mía, nerviosa).

Resulta que “Emilia Pérez”, la película dirigida por el francés Jacques Audiard, llegó con bombo y platillo a los festivales internacionales, se llevó premios (y seguirá ganando los que lleguen, para mí, de manera inexplicable) además de generar toneladas de comentarios por su temática. Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas.

Mientras muchos la aplaudían por ser una historia de transformación y empoderamiento, otros la veían con cara de “What!” , y con ganas de levantar una ceja en señal de duda (o de levantarse de su asiento, de plano). Y luego, para rematar, Audiard abrió la boca para decir que el español es un idioma de “países en desarrollo y gente pobre”. ¡Sacrebleu con el francés! En ese momento, siguió dando más motivo para que la película deje de ser solo una propuesta cinematográfica y se convierta más en un fenómeno mediático.

Twitter, TikTok, Facebook… todo el ecosistema digital se llenó de discusiones sobre si “Emilia Pérez” era una gran obra de inclusión o un intento torpe de apropiación de historias ajenas. Y aquí es donde entra la reacción mexicana, que, en un acto de genialidad o venganza (dependiendo a quién le preguntes), sacó el corto “Johanne Sacreblu”.

Esta joya del sarcasmo, creada por Camila D. Aurora, es una parodia que le da la vuelta a la tortilla (a la francesa) y se burla descaradamente de los estereotipos franceses.

El corto se lanzó en YouTube el 25 de enero y, en menos de 48 horas, ya tenía más de 1.5 millones de vistas (al día de hoy ya tiene 1.8). La gente se la ha pasado compartiendo clips, haciendo reacciones, debatiendo si es una obra de arte o un simple troleo bien hecho. Mientras tanto, “Emilia Pérez” se estrenó en salas de cine mexicanas y, según varias fotos virales en redes sociales, algunas funciones estaban prácticamente vacías. ¡Una joya para la mercadotecnia del desastre!

Y hablando de estrategias de marketing, la polémica no podría haber llegado en mejor momento. Las películas no se venden solas, necesitan ruido, conversación en redes. “Emilia Pérez” tenía un plan de publicidad internacional bien armado, pero lo que nadie vio venir fue que su mayor obstáculo sería el público mexicano, que decidió darle la espalda. En cambio, “Johanne Sacreblu”, que nació como una broma, ahora tiene a las cadenas de cine buscándola para proyectarla.

Esto nos lleva a una lección básica de la publicidad y el contenido viral: el público siempre tiene la última palabra. No importa cuánto presupuesto le metas a tu campaña si no conectas con la audiencia. “Emilia Pérez” tenía estrellas, tenía premios, tenía cobertura mediática… pero lo que no tenía era una conversación orgánica y favorable en redes. En cambio, “Johanne Sacreblu” surgió del corazón de la gente, del descontento y el humor, y eso la hizo relevante.

Ahora, la pregunta del millón: ¿qué va a pasar cuando “Emilia Pérez” llegue a Netflix en México? Si en cines no logró conquistar al público mexicano, en streaming podría pasar desapercibida entre los miles de estrenos semanales. Quizá algunos la vean por curiosidad, otros la dejen en su lista de “algún día” y, con suerte, genere unos cuantos debates en Twitter. Pero difícilmente podrá sacudirse el estigma de ser la película que “se ganó una parodia mejor que el original”.

Por otro lado, “Johanne Sacreblu” podría dar la sorpresa. Si las cadenas de cine logran proyectarla, podríamos estar ante un caso de esos que los publicistas y mercadólogos amamos analizar: cuando un contenido hecho sin presupuesto, pero con alma se impone sobre una producción multimillonaria.

Al final del día, lo que nos deja esta historia es una gran lección sobre el poder de la audiencia. Vivimos en una era en la que ya no basta con hacer cine “sobre” un país o “sobre” una comunidad. La audiencia exige autenticidad, respeto y, sobre todo, una representación que se sienta genuina. Y si no la encuentran en las grandes producciones, siempre estará el ingenio del público para darles una buena sacudida.

Así que aquí estamos, con “Emilia Pérez” aprendiendo a la mala que no puedes llegar con un guion forzado y canciones que intentan serlo (pudieron haber visto “Wicked” antes) y esperar aplausos, y con “Johanne Sacreblu” demostrando que el sarcasmo, aceptado por la gente es un arma de marketing poderosa. Esto es la belleza de los medios y la mercadotecnia: cuando el público toma el control, no hay presupuesto que le gane a una buena idea (aunque técnicamente el producto audiovisual sea muy deficiente en lo técnico).

Y si después de leer todo esto sigues sin haber visto “Johanne Sacreblu” (y solamente que hayas visto antes “Emilia Pérez”), aquí te dejo el link, porque no hay mejor manera de entender este relajo que viéndolo con tus propios ojos:

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