Santiago, Chile.- “Eligiendo a una reina, joven, linda y coqueta, mostrando y contagiando a la multitud, su alegría y juventud” decía la iónica letra de la canción de Chancho en Piedra, gran éxito de una década atrás. Hoy, la realidad es otra. Tras varios años de ignorar el concurso, Canal 13, toma las riendas de la organización televisiva del pre-certamen y le inyecta un elemento fundamental para estos días: el formato reality.
Bajo el slogan “No basta con ser bella”, el ex canal católico hace del concurso un espectáculo en el que entra en las casas de las postulantes, para mostrar su realidad y tras el éxito comercial de otros espacios similares, la presencia publicitaria se hace presente y va más allá del maquillaje
Conducido por el periodista Julio César Rodríguez, el programa va presentando una a una las vidas de las chicas que ya no sólo son una imagen, sino que tienen una historia que las respalda. Cada una de ellas, tiene un talento que avala su belleza, condición sine equa non para su selección.Los ejemplos sobran. Jill Bergenfreid, proviene de una familia conservadora, es brillante en matemáticas y estudia Ingeniería en la Universidad de Chile. Probablemente, jamás se hubiera presentado a un concurso de belleza, sin la producción no la hubiera convencido de ello
Camila Recabarren llama la atención por su belleza, pero también porque hace dos años sostiene una relación con un argentino de 57 años. De familia humilde, su actitud sobresale del resto de las concursantes porque tiene claras sus metas y aspira a ser figura de televisión.
Ingrid Aceitón, es sin duda la más humilde de todas. 19 años, una figura perfecta y unos “medios ojos”, frase con la que ha sido conocida por el país, intenta “salir adelante” por medio del concurso y ya ha ganado la preferencia del público, por su naturalidad y simpatía.Para muestra un botón. A pesar de que el rating no ha sido lo que se esperaba, las cifras de seguidores aumentan con cada capítulo y el sitio en Facebook ya tiene más de 6000 seguidores, tras cuatro capítulos.
No es malo, cuando las cifras de rating ya ascienden a los dos dígitos, las empresas patrocinadoras comienzan a celebrar.