Por Alan Campos
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En el mundo de los deportes, como en cualquier otra industria, el trabajo diario será el que determine cuánto es que debe de ganar un jugador, pues evidentemente no se le pagará lo mismo a un elemento novato que a una estrella consagrada o a un veterano que ya va de salida, y al igual que para el resto de nosotros realizar su trabajo de manera poco eficiente (o de plano negativa) conllevará, en el peor de los casos, el despido…o por lo menos eso nos indicaría la lógica, sin embargo hay algunos casos donde está lógica elemental parece no aplicar, tal es el caso del Tony Romo.
Hace apenas un par de semanas los Cowboys de Dallas y el hombre antes mencionado llegaron a un acuerdo para extender su relación laboral por 6 temporadas y 108 millones de dólares, una noticia que no sólo me molestó a mí, sino a todos y cada uno de los aficionados del equipo (por lo menos todos los que conozco).
Si bien considero que los salarios en la mayoría de los deportes son completamente desproporcionados (por la simple razón de que nadie debería de ganar más de 200 millones de pesos al año por jugar 17 partidos cuando hay personas que mueren de hambre cada día), me parece obvio que los salarios sean tan altos considerando los millones y millones de dólares que la NFL genera cada año, evidentemente si yo fuera responsable de esas cantidades también exigiría una tajada del pastel (probablemente cuando llegue a 19 mil views en una de mis colaboraciones pida un aumento), pero dichas exigencias deben estar apoyadas en números, números que en el mundo del deporte son más fáciles de percibir y de los cuales Tony Romo carece por completo.
Es cierto, Tony Romo ostenta muchos de los récords de franquicia de los Cowboys de Dallas como son pases de touchdown, más juegos lanzando para más de 300 yardas, etc., sin embargo a lo largo de su carrera Romo se ha caracterizado por su mala capacidad de decisión en los momentos importantes, y en ese sentido creo que todos concordarán en que por más que pudiéramos agradarle a nuestro jefe solo habrá cierto número de veces en que podamos conservar nuestro trabajo si continuamos metiendo la pata en cada proyecto importante.
Incluso me resulta increíble entrar a las tiendas deportivas y darme cuenta que el dorsal en el jersey de los Cowboys temporada tras temporada continúa siendo el ‘9’, número portado por Tony Romo, y no el ’94’ de DeMarcus Ware, el ’19’ de Miles Austin o el ’82’ de Jason Witten; noticia aún más impactante cuando descubro que, de acuerdo con la revista Forbes, Tony Romo es uno de los 10 deportistas más odiados en los Estados Unidos.
Para muchos también resulta obvio que la permanencia de Romo como quarterback titular del equipo es un capricho del dueño de los Cowboys Jerry Jones, y aunque seguramente entre venta de jersey y demás artículos promocionales con la imagen y nombre el quarterback se embolsará más dinero del que le pagará los próximos 6 años, tarde o temprano deberá de entender que el futbol americano es un negocio y un mariscal ganador le reportará más ganancias, pero por el momento Tony Romo no es sino una simple situación atípica en un mundo como la NFL donde lo más importante es la victoria y el Super Bowl, ambos cada vez más alejados del horizonte de Antonio Ramiro Romo.