Una de las empresas de nueva generación que creció como espuma, pero que ahora cae de manera estrepitosa sin duda es Uber.
Problemas de reputación, demandas por parte de sus conductores y socios así como las críticas sobre el manejo del capital de riesgo del que dispone (mismo que hasta junio pasado había caído de 15 mil millones a 7 mil millones de dólares) son parte del problema que ha puesto en tela de juicio la supervivencia de la compañía.
Durante la semana pasada, corría la noticia de que la empresa había sido víctima de grupo de hackers que habrían robado datos de 57 millones de clientes y conductores. La firma de soluciones de transporte pasó de ser la afecta al victimario cuando se descubrió que el robo de información se mantuvo oculto por más de un año, después de que la firma hubiera pagado 100 mil dólares para eliminar los datos y mantener el silencio. Las malas prácticas y la poca transparencia fueron tema de discusión critica.
Esto hace pensar que los días de Uber están contados tanto como marca hablando de las afectaciones a su reputación, así como negocio si consideramos que los avances tecnológicos en el terreno de la movilidad y el transporte están por destruir el modelo que lo ha llevado a tener los alcances que hasta ahora conocemos.