Usar un Tsuru en vez de una opulenta Suburban, abrir Los Pinos al público, cambiar de nombre secretarías de Estado… Los actos simbólicos del presidente son tantos que no cabrían en este espacio. Por eso es que el nuevo logotipo del Aeropuerto Internacional de Santa Lucía desconcertó tanto. El símbolo del proyecto preferido de Andrés Manuel habla por sí mismo: no tiene identidad, no tiene esencia, no tiene forma.

Más allá de la evidente falta de profesionalismo, el logo del aeropuerto refleja que la 4T no tiene pies ni cabeza. Empecemos por la premisa básica: el logotipo es la parte más importante de una organización. Una buena comunicación se establece, primero, desde el contacto visual. Si tu logo no transmite la idea básica de tu empresa o gobierno, ya comenzamos mal.

¿Qué nos quiere comunicar López Obrador con su nuevo logo? ¿Fuerza? ¿Austeridad? ¿Historia? ¿Burocracia? Porque francamente yo no entiendo nada. E insisto: no se trata sólo de valorar la estética, sino el mensaje. Aunque quizás lo que más preocupa es que un ala del avión está a punto de chocar con la torre de control.

Quizás AMLO no se ha dado cuenta, pero su gobierno transmite un mensaje bastante confuso y caótico con ese logo. Porque lo que yo veo es un proyecto improvisado y poco profesional. Una aeronave que está a punto de chocar y de estamparse con un mamut. Ojalá que ese mamut no sea, en la vida real, un elefante blanco, de esos que tanto gustan a los gobiernos.

Leí que se hará otro logo a través de un concurso convocado por Simón Levy, ex subsecretario de Planeación y Política Turística. El diseñador que resulte ganador se llevará un viaje a China. Urge que la administración de Andrés Manuel López Obrador comience a tomarse en serio sus mensajes. Pero sobre todo sus proyectos. Porque por muchos actos simbólicos que tenga, AMLO necesita sustentar con hechos todo lo que dice representar. De lo contrario, seguiremos viendo y escuchando ideas sin sentido. Y eso es lo que menos necesita este país.