Nunca ha sido buena idea supeditar las decisiones técnicas en cuestión de salud a la política, pero es justo lo que estamos viviendo ahora mismo en el manejo de la pandemia. En concreto, en la Ciudad de México (CDMX) deberíamos estar en el semáforo rojo, con todo lo que ello implica, pero éste no se ha declarado porque no es conveniente ni a nivel político ni económico.
Por eso, la mandataria capitalina, Claudia Sheinbaum, en su conferencia del viernes pasado fue incapaz de dar un color para el semáforo epidemiológico de la CDMX, con lo cual se ha ganado no solo un caudal de críticas, sino de burlas y desdén ciudadano, sobre todo en redes sociales. Es un caso triste el de esta política, científica de cepa, de quien se decía que había tenido un buen manejo de la pandemia en la ciudad capital, hasta que ya no la dejaron… Ya se imaginará usted de dónde vino la “sugerencia”.
Asimismo, Hugo López-Gatell, vocero y gestor de la pandemia de Covid-19 en México, tampoco quiso hablar sobre el color del semáforo para la capital diciendo que “no es relevante” -aun cuando él fue el principal inventor y promotor de dicho instrumento de comunicación-, sino simple y tácitamente que estamos en una situación de emergencia y así hay que entenderla.
La CDMX, en situación crítica
Lo cierto es que la capital vive una situación crítica, peor que en el nivel más alto de la pandemia, por allá de mayo, porque en ese momento vivíamos un confinamiento que reducía drásticamente la movilidad ciudadana, y con ello, la velocidad de los contagios. Pero ahora estamos a la deriva, así es, sin rumbo, como lo demuestra la serie de contradicciones de nuestros gobernantes, en especial las autoridades sanitarias.
Los números de la pandemia son terribles: alrededor de 115 mil fallecidos, según números oficiales, y un millón 250 mil contagios confirmados. Los expertos en epidemiología estiman que en marzo próximo, cuando se cumpla un año del primer muerto por Covid-19 en México, nuestro país llegará a los 162 mil muertos, es decir, 100 mil más que el “escenario más catastrófico”, que predijo López-Gatell por allá de junio de este 2020.
Todos hemos sido testigos del tránsito de vehículos, la gente en las calles, el transporte público abarrotado, las calles transitadas, los centros comerciales rebosantes, en especial las tiendas departamentales, esas que hacen sus ventas nocturnas para aprovechar la bonanza temporal de muchos por los aguinaldos de fin de año. Todo lleno, sin excepción, y claro está, sin sana distancia.
Medidas tibias de la autoridad
A quien esto escribe le tocó el fin de semana asistir a un club de precios, Costco, para hacer la devolución de una mercancía y la verdad es que la tienda estaba a reventar y nadie guardaba la sana distancia, a pesar de las medidas de esta firma.
Las medidas tibias que ha tomado la autoridad, como son las cinco recomendaciones para celebrar la Navidad, no harán que disminuya la velocidad de los contagios, el número de hospitalizaciones ni los fallecimientos por Covid-19. Es momento de asumir el papel de autoridad, que para algo fueron elegidos, tomar decisiones firmes y con visión de Estado, porque hay vidas de por medio que se pueden salvar.
Lo mejor, cuidarse uno mismo
Y a la ciudadanía, mejor cuidarse al máximo. Nunca es oportuno enfermarse, pero ahora menos que nunca. Pronto ya no habrá camas disponibles en hospitales públicos ni privados, por lo cual no estamos lejos de ver esas escenas dantescas de otras latitudes, que nos horrorizaron este año, con cuerpos apilados en tráilers o gente llorando junto a ataúdes puestos en plena calle.
Ante la inacción de quien nos debería gobernar y decir qué hacer para salir lo mejor librados de la actual emergencia sanitaria, lo mejor es cuidarnos nosotros mismos, porque nadie más lo hará. Así que ya sabe de las recomendaciones: si puede, quédese en casa, pero si tiene que salir, use bien el cubre nariz y boca, mantenga la sana distancia, y de favor y solo por esta vez, no asista a reuniones, festejos ni invite a amigos y familiares a su casa.
El botiquín
Desde el pasado viernes 11 de diciembre hay mucho festejo por la aprobación de la vacuna para Covid-19 de Pfizer para su uso en nuestro país por parte de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), lo cual es muy bueno y esperanzador, pero ¿alguien esperaba otra cosa distinta a ello?
Como hemos dicho en este espacio, la agencia sanitaria mexicana ha ido perdiendo su papel protagónico no solo a nivel nacional, sino internacional, y ahora es tristemente una oficina “ponesellos” que avalará prácticamente lo que le pongan enfrente, claro, siempre y cuando venga del exterior, porque si viene de los laboratorios establecidos en México, entonces sí habrá que hacer filas y esperar meses para la aprobación. Así nuestro querido país.